El trauma vicario es una forma de impacto emocional que afecta especialmente a profesionales de la salud mental, como psicólogos, terapeutas y trabajadores sociales, quienes están expuestos de manera constante a las experiencias traumáticas de sus pacientes. A través del vínculo empático que se genera en la relación terapéutica, los profesionales pueden llegar a internalizar parte del sufrimiento de las personas a las que acompañan, desarrollando síntomas psicológicos y fisiológicos que repercuten en su bienestar y en la calidad de la atención que ofrecen. Este artículo tiene como objetivo principal revisar el concepto de trauma vicario, diferenciarlo de constructos relacionados como el estrés traumático secundario y la fatiga por compasión, así como analizar sus manifestaciones clínicas, factores de riesgo y protección, impacto en la práctica profesional y estrategias de prevención y abordaje. Se ofrece una mirada actualizada y fundamentada teóricamente sobre este fenómeno, con el fin de sensibilizar a los profesionales del ámbito psicológico sobre su importancia y promover prácticas que favorezcan el cuidado de quienes cuidan.

Palabras clave: trauma vicario, salud mental, psicología, profesionales de ayuda, exposición secundaria al trauma, autocuidado profesional, supervisión clínica.

Abstract

Vicarious trauma is a form of emotional impact that particularly affects mental health professionals, such as psychologists, therapists, and social workers, who are constantly exposed to the traumatic experiences of their patients. Through the empathic bond generated in the therapeutic relationship, professionals can internalize part of the suffering of the people they care for, developing psychological and physiological symptoms that impact their well-being and the quality of care they provide. This article aims to review the concept of vicarious trauma, differentiate it from related constructs such as secondary traumatic stress and compassion fatigue, and analyze its clinical manifestations, risk and protective factors, impact on professional practice, and prevention and management strategies. This article offers an updated and theoretically grounded perspective on this phenomenon, aiming to raise awareness among psychological professionals about its importance and promote practices that support the care of those they care for.

Keywords: Vicarious trauma, mental health, psychology, helping professionals, secondary trauma exposure, professional self-care, clinical supervision.

Introducción

Los profesionales de la psicología están constantemente expuestos a narrativas de dolor y sufrimiento. Esta exposición prolongada puede llevar al desarrollo de trauma vicario, una transformación negativa en la visión del mundo y de uno mismo debido a la empatía profunda con las experiencias traumáticas de los pacientes (McCann & Pearlman, 1990).Comprender este fenómeno es esencial para preservar la salud mental de los terapeutas y garantizar una atención de calidad a los pacientes. El concepto de trauma vicario fue desarrollado inicialmente por McCann y Pearlman (1990), quienes lo definieron como un cambio negativo y duradero en la manera en que los terapeutas perciben el mundo y a sí mismos, producto de la exposición empática a los traumas de sus pacientes. A diferencia del trauma directo, el trauma vicario no implica una vivencia traumática propia, sino que se desarrolla a partir del vínculo empático con el sufrimiento ajeno. Esta forma de impacto emocional puede alterar creencias fundamentales sobre la seguridad, la confianza, el control y la intimidad, interfiriendo de manera significativa en el equilibrio emocional del profesional.

Las repercusiones del trauma vicario pueden ir desde síntomas emocionales como ansiedad, tristeza persistente, irritabilidad o despersonalización, hasta manifestaciones físicas como fatiga crónica, insomnio o dolores somáticos. Estas alteraciones, cuando no son abordadas a tiempo, pueden interferir directamente en la práctica clínica, afectando la alianza terapéutica y favoreciendo una disminución de la eficacia profesional (Bride et al., 2007).

Definición y Diferenciación del Trauma Vicario

El trauma vicario se refiere a los cambios negativos en la percepción de uno mismo, los demás y el mundo, resultantes de la exposición repetida a relatos traumáticos de los clientes (McCann & Pearlman, 1990). Es fundamental distinguirlo de conceptos relacionados como el estrés traumático secundario y la fatiga por compasión. Mientras que el estrés traumático secundario se centra en la aparición de síntomas similares al PTSD debido a la exposición indirecta al trauma, la fatiga por compasión se relaciona con el agotamiento emocional derivado de la empatía continua hacia el sufrimiento ajeno (Figley, 1995).

Desde hace años, diferentes autores han utilizado términos diversos para hablar de este impacto: burnout (agotamiento profesional), fatiga por compasión, estrés traumático secundario y trauma vicario son algunos de ellos. Aunque a veces se usan como sinónimos, cada uno describe matices distintos de una realidad común: el desgaste que puede producir ayudar a otros que han sufrido (Figley, 1995; Pearlman & Saakvitne, 1995).

Ya en 1994, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) reconocía que enterarse de una experiencia traumática vivida por un ser querido —como un familiar o un amigo— podía causar síntomas similares al estrés postraumático (American Psychiatric Association, 1994). A partir de ahí, distintos investigadores plantearon que algo parecido podía ocurrir en terapeutas, psicólogos y otros profesionales que están continuamente expuestos a relatos muy duros de vida. Esta exposición emocional sostenida, especialmente cuando hay un vínculo empático, puede generar un sufrimiento profundo (Sabin-Farrell y Turpin (2003).

Factores Predisponentes y Protectores

Diversos factores pueden aumentar la vulnerabilidad al trauma vicario. La inexperiencia profesional, la juventud y el género femenino han sido identificados como factores predisponentes (Del Valle Santa Cruz, 2014). Además, una carga elevada de casos traumáticos y la falta de una red de apoyo adecuada pueden incrementar el riesgo (Molnar et al., 2017).Por otro lado, factores protectores incluyen una sólida identidad profesional, prácticas de autocuidado regulares y una supervisión clínica efectiva (Hernández-Wolfe et al., 2015).

Las consecuencias emocionales del trauma vicario son de naturaleza compleja y abarcan un espectro amplio. Muchos terapeutas y otros profesionales de la salud mental experimentan síntomas similares a los del trastorno de estrés postraumático (TEPT) debido a la constante exposición a las historias traumáticas de sus pacientes. Según Sabin-Farrell y Turpin (2003), estos síntomas pueden incluir ansiedad, insomnio, tristeza persistente, irritabilidad y, en algunos casos, reexperimentación del trauma, como flashbacks o pesadillas.

Uno de los aspectos más comunes del trauma vicario es la despersonalización (Pearlman & Saakvitne, 1995), donde el profesional comienza a sentirse desconectado de sus propios sentimientos y experiencias. Este fenómeno es una forma de defensa ante el dolor emocional que se experimenta al estar expuesto continuamente a la angustia ajena.

Además, este distanciamiento puede dificultar la conexión emocional auténtica con los pacientes, afectando la relación terapéutica.

El trauma vicario también puede tener repercusiones físicas en los profesionales de la salud mental. El estrés crónico relacionado con la exposición continua a situaciones de sufrimiento puede provocar trastornos físicos, como dolores de cabeza, fatiga extrema, problemas digestivos y trastornos del sueño (Sabin-Farrell & Turpin, 2003). Además, algunos estudios han sugerido que los profesionales que sufren de trauma vicario tienen más probabilidades de experimentar problemas relacionados con el sistema inmunológico debido al constante estado de alerta y agotamiento (Bride et al., 2007).

Una de las manifestaciones físicas más comunes es el insomnio, que puede resultar del estrés acumulado y la dificultad para desconectar del trabajo emocionalmente. Este insomnio crónico, a su vez, puede intensificar los efectos psicológicos del trauma vicario, creando un círculo vicioso que es difícil de romper.

El trauma vicario también puede afectar las relaciones interpersonales de los profesionales. Como mencionan Jenkins y Baird (2002), los terapeutas pueden comenzar a sentirse aislados, ya que su contacto emocional frecuente con el sufrimiento ajeno puede hacer que se distancien de amigos y familiares. La dificultad para compartir el dolor emocional o las experiencias laborales puede generar una falta de apoyo fuera del ámbito profesional, lo que agrava el impacto del trauma vicario.

Además, la desconfianza que puede surgir en los profesionales debido a la exposición continua al sufrimiento humano puede afectar las relaciones sociales y familiares, ya que los terapeutas pueden llegar a sentir que no pueden confiar plenamente en los demás. Esta desconexión emocional puede generar sentimientos de soledad y desesperanza.

Impacto en la Práctica Clínica

El trauma vicario puede deteriorar la calidad de la atención brindada por los terapeutas. Los profesionales afectados pueden volverse más distantes o, por el contrario, sobreinvolucrarse con sus pacientes. Además, pueden experimentar una disminución en la satisfacción laboral y un aumento en el ausentismo, lo que repercute en la estabilidad de los servicios de salud mental (Bride et al., 2007). La fatiga por compasión y el estrés traumático secundario pueden alterar significativamente la calidad del tratamiento, afectando la habilidad del terapeuta para ofrecer un apoyo efectivo (Figley, 1995; Stamm, 1997). Según McCann y Pearlman (1990), la empatía en los terapeutas puede disminuir cuando el profesional se enfrenta a la exposición continua al sufrimiento de sus pacientes. Los terapeutas pueden desarrollar una sensación de despersonalización, donde sus emociones se desconectan de las experiencias de los pacientes como una forma de defensa. Este fenómeno puede influir negativamente en la relación terapéutica, ya que el paciente puede percibir la falta de autenticidad o conexión emocional, lo que puede afectar el progreso del tratamiento. Para mitigar los efectos del trauma vicario en la práctica clínica, se han propuesto diversas estrategias. Según Figley (1995), uno de los enfoques más efectivos es el autocuidado, que incluye prácticas como la meditación, el ejercicio físico, el tiempo de descanso adecuado y la búsqueda de apoyo emocional fuera del entorno laboral. Además, la supervisión clínica regular es fundamental para procesar las experiencias emocionales relacionadas con el trabajo y evitar el aislamiento. Otra estrategia importante es la formación continua sobre el trauma vicario. A través de programas de formación específicos, los profesionales pueden aprender a reconocer los signos tempranos del trauma vicario, identificar sus propios límites emocionales y adoptar técnicas para prevenir el agotamiento. Esto también les ayuda a mejorar su capacidad para manejar las emociones intensas que surgen durante el trabajo con pacientes traumatizados (Saakvitne & Pearlman, 1996).

Conclusión

El trauma vicario es un fenómeno complejo que afecta a los profesionales que trabajan con personas traumatizadas, especialmente en el campo de la salud mental. Este concepto subraya cómo la exposición continua al sufrimiento de otros puede tener consecuencias perjudiciales para los terapeutas, impactando su bienestar emocional, psicológico y profesional. Los efectos del trauma vicario, tales como la fatiga por compasión, el estrés traumático secundario y el burnout, pueden tener un impacto significativo no solo en la calidad de vida del terapeuta, sino también en la calidad del tratamiento proporcionado a los pacientes.

Si bien este fenómeno ha sido reconocido y discutido durante décadas, los estudios aún indican que su prevalencia es difícil de cuantificar debido a la falta de consenso y a la variedad de términos utilizados para describir el sufrimiento de los profesionales. Sin embargo, los estudios disponibles, incluidos los realizados por autores como Figley (1995), Stamm (1997) y McCann y Pearlman (1990), nos proporcionan un marco útil para comprender los mecanismos que subyacen al trauma vicario y las formas en que puede afectar a los terapeutas tanto a nivel personal como profesional. Al abordar el trauma vicario de manera proactiva, se puede promover un entorno de trabajo más saludable y sostenible para los profesionales de la salud mental, beneficiando, en última instancia, a los pacientes que reciben su atención.

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Referencias Bibliográficas

Blair, A. E., & Ramones, A. L. (1996). The emotional toll of trauma work: Preventing burnout and vicarious traumatization. Journal of Trauma & Dissociation, 3(2), 61-69. https://doi.org/ 10.1300/J229v03n02_07

Bride, B. E., Radey, M., & Figley, C. R. (2007). Prevalence of secondary traumatic stress among social workers. Social Work, 52(1), 63-70. https://doi.org/10.1093/sw/52.1.63

Figley, C. R. (1995). Compassion fatigue: Coping with secondary traumatic stress disorder in those who treat the traumatized. Brunner/Mazel.

Jenkins, S. R., & Baird, S. (2002). Secondary traumatic stress and vicarious trauma: A validational study. Journal of Traumatic Stress, 15(5), 423-432. https://doi.org/10.1023/ A:1020190524785

McCann, I. L., & Pearlman, L. A. (1990). Vicarious traumatization: A framework for understanding the psychological effects of working with victims. Journal of Traumatic Stress, 3(1), 131-149. https://doi.org/10.1007/BF00975140

Pearlman, L. A., & Saakvitne, K. W. (1995). Trauma and the therapist: Countertransference and vicarious traumatization in psychotherapy with incest survivors. Norton & Company.

Saakvitne, K. W., & Pearlman, L. A. (1996). Trauma and the therapist: Countertransference and vicarious traumatization in psychotherapy with incest survivors. Norton & Company.

Stamm, B. H. (1997). The compassion fatigue workbook: Creative tools for transforming compassion fatigue and vicarious trauma. Sidran Press.