El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) es una condición psicológica que provoca una preocupación constante y desproporcionada sobre defectos físicos percibidos. Aunque estos defectos suelen ser inexistentes o apenas perceptibles para los demás, la persona que los padece los vive como algo angustiante y difícil de manejar. Esta obsesión puede afectar profundamente a la vida cotidiana, influyendo en la autoestima, las relaciones interpersonales e incluso en el desempeño laboral. En este blog profundizaremos sobre el mencionado diagnóstico e integraremos algunas estrategias o herramientas para poder convivir con este dolor de la mejor forma posible.

¿Qué es el Trastorno Dismórfico Corporal?
El TDC es un trastorno reconocido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) el cual se encuentra dentro de la categoría de los trastornos obsesivo-compulsivos. Las personas que lo padecen experimentan en gran cantidad, pensamientos intrusivos continuos y recurrentes sobre su apariencia. Estos pensamientos les lleva a realizar conductas repetitivas para intentar corregir o disimular esos supuestos defectos que ellos mismos perciben. Por ejemplo, pueden pasar largas horas frente al espejo atendiendo a un aspecto concreto y viendo como pueden disimularlo, tienden a compararse constantemente con otras personas, maquillarse en exceso o incluso recurrir a cirugías estéticas en un intento de sentirse mejor con su imagen. Cuando llevan a cabo este tipo de comportamientos, la realidad es que la insatisfacción persiste, generando un ciclo de ansiedad y preocupación constante sobre su apariencia.

Según los Criterios Diagnósticos del Trastorno Dismórfico Corporal (DSM-5), consiste en preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidos en la apariencia física, que no son observables o parecen insignificantes para los demás. Además, presentan comportamientos repetitivos o actos mentales en respuesta a la preocupación por la apariencia, como:

  • Mirarse constantemente en el espejo.
  • Evitar los espejos.
  • Compararse con otros.
  • Buscar seguridad sobre la apariencia.
  • Exceso de aseo personal.
  • Malestar clínicamente significativo o deterioro en áreas importantes de la vida (social, laboral, escolar, etc.).

Dicha preocupación no se explica mejor por un trastorno alimentario (por ejemplo, si el foco de la preocupación es el peso o la forma corporal en la anorexia nerviosa).

Como especificadores se encuentran dos diferentes tipos: a) TDC con dismorfia muscular, el cual se caracteriza si la preocupación está más centrada en la idea de que el cuerpo es demasiado pequeño o poco musculoso. Esta especificación es más común en varones. b) TDC con grado de insight, el cual varía desde un buen insight, donde se reconoce que su percepción propia puede ser exagerada, hasta ausencia total de insight, donde la persona manifiesta una convicción delirante sobre el defecto percibido.

Causas y Factores de Riesgo
El origen del TDC es complejo y multifactorial, lo que significa que no se debe a una única causa, sino a una combinación de distintos factores que predisponen a su desarrollo, los cuales se presentan a continuación:

  • Genética y biología: Se ha observado que el TDC puede tener una base hereditaria, pues en muchas familias hay antecedentes de trastornos obsesivo-compulsivos o de ansiedad en pacientes con TDC. Con todo lo anterior, es importante destacar ciertas alteraciones presentes en la mayoría de los pacientes con TDC, en los cuales neurotransmisores cerebrales como la serotonina, podrían estar involucradas en su aparición y desarrollo.
  • Experiencias traumáticas o de rechazo: Las personas que han sufrido burlas, experiencias de acoso escolar, críticas constantes o acoso debido a su apariencia física en la familia o en algún otro contexto durante etapas vitales tan importantes como lo son la infancia o adolescencia pueden ser más propensas a desarrollar este trastorno debido a dichos acontecimientos con contenido traumático experimentados en etapas vitales cruciales para nuestro desarrollo.
  • Influencias socioculturales: Los estándares de belleza promovidos por los medios de comunicación y las redes sociales pueden aumentar significativamente la insatisfacción con el propio cuerpo, con más tendencia en adolescentes. Las imágenes retocadas, el uso de filtros de belleza en las fotos y los ideales inalcanzables generan una presión constante por alcanzar una perfección que no existe.
  • Factores psicológicos: La baja autoestima, la inseguridad y la tendencia al perfeccionismo pueden predisponer a una persona a desarrollar el TDC. También es común que quienes lo padecen tengan una percepción distorsionada de su imagen corporal.

Síntomas y manifestaciones del TDC
Las personas con TDC suelen presentar una serie de síntomas y manifestaciones características del mencionado trastorno que se presentan a continuación:

  • Preocupación intensa y constante por defectos físicos percibidos
    • En la mayoría de los casos no son notables por los demás.
  • Realización de conductas repetitivas
    • El objetivo es intentar mejorar la apariencia, como mirarse frecuentemente en el espejo, aplicarse maquillaje en exceso, cambiar repetidamente de ropa o hacer comparaciones con otras personas.
  • Malestar emocional significativo
    • Caracterizado con altos niveles de ansiedad, depresión e insatisfacción personal.
  • Dificultades en la vida cotidiana
    • Manifestándose en problemas en el ámbito laboral, en relaciones interpersonales o en el desempeño académico debido a la obsesión con la apariencia.
  • Evitación de situaciones sociales
    • Debido a sentimientos de vergüenza o temor al juicio de sus iguales.
  • Búsqueda de procedimientos estéticos
    • Consideran que cambiando su apariencia se solucionará el malestar, aunque la insatisfacción persiste incluso después de estos procesos tan invasivos.

Impacto del TDC en la Sociedad

El Trastorno Dismórfico Corporal no solo tiene consecuencias a nivel individual, sino que también deja huella en la sociedad en general. Su influencia se hace visible en diferentes ámbitos, como la salud mental, la economía y la cultura.

Por un lado, la creciente obsesión por la apariencia física y por el perfeccionamiento de la misma, ha impulsado el auge de la industria de la estética y la cirugía plástica en el cual las personas tienden a encontrar en si mismas rasgos esteticos que en muchas ocasiones son inalcanzables. Muchas personas con TDC recurren a estos procedimientos invasivos y riesgosos en busca de una solución a su angustia, pero, al no abordar el problema de raíz, la insatisfacción sigue presente y pueden desarrollar una dependencia hacia las intervenciones estéticas.

A nivel laboral, las personas con TDC pueden experimentar dificultades en su desempeño debido a la ansiedad y la distracción constante con su imagen. La baja autoestima y la inseguridad pueden afectar su confianza en el trabajo, limitando su crecimiento profesional y llevandoles a ejecutar comparaciones con el resto de compañeros y compañeras de forma recurrente.

En términos sociales, el TDC puede llevar a un aislamiento progresivo de la persona que lo padece. Las personas con este trastorno suelen evitar reuniones, eventos o interacciones que las expongan al juicio ajeno, lo que deteriora sus relaciones y afecta su bienestar emocional.

Además, el impacto de los ideales de belleza irreales se transmite a nuevas generaciones. Actualmente, los jóvenes y adolescentes crecen expuestos a imágenes editadas y cuerpos inalcanzables en las redes sociales, lo que contribuye a una mayor insatisfacción corporal y al desarrollo de problemas de autoestima desde edades tempranas.

Consejos para Afrontar el TDC

Si bien superar el Trastorno Dismórfico Corporal requiere un proceso de trabajo personal y debe estar acompañado de un profesional, hay estrategias que pueden ayudar a reducir su impacto y mejorar la calidad de vida:

  1. Reconocer el problema: El primer paso es ser consciente de que la preocupación por la apariencia está afectando la vida cotidiana y generando malestar emocional en ti mismo. Reconocer estos patrones no solo permite buscar ayuda profesional, sino también empezar a tomar medidas para afrontar el trastorno. Mantener un diario emocional puede ayudar a identificar los momentos en los que la ansiedad es más intensa y qué situaciones la desencadenan.
  2. Reducir la autocrítica: Es importante aprender a hablarse con más amabilidad y a valorar otros aspectos de la propia identidad que no estén relacionados con la imagen física. Practicar la autocompasión implica aceptar que todos tenemos imperfecciones y que estas no determinan nuestro valor como personas. Terapias como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) pueden ser muy útiles para trabajar este aspecto.
  3. Evitar comportamientos compulsivos: Disminuir conductas como mirarse constantemente al espejo o compararse con los demás puede ayudar a reducir la ansiedad presente. Un enfoque gradual para reducir estas conductas puede ser más efectivo, estableciendo pequeños objetivos diarios que permitan observar el progreso sin generar un sentimiento de frustración.
  4. Regular el uso de redes sociales: Limitar la exposición a imágenes retocadas y cuentas que promuevan estándares de belleza poco realistas puede disminuir la presión por alcanzar una apariencia perfecta inexistente. Realizar una «desintoxicación digital» temporal y seguir cuentas que promuevan la diversidad corporal y la autoaceptación puede ayudar a cambiar la perspectiva.
  5. Fomentar actividades que fortalezcan la autoestima:Dedicar tiempo a hobbies, desarrollar nuevas habilidades y rodearse de personas que brinden apoyo emocional puede mejorar la percepción personal y el autoconcepto. Participar en actividades grupales como deportes, arte o voluntariado también puede favorecer la conexión social y reducir el aislamiento.
  6. Practicar técnicas de relajación:  La meditación, la respiración consciente y el mindfulness pueden ayudar a reducir la ansiedad y mejorar la relación con el propio cuerpo. Estudios han demostrado que la práctica regular de mindfulness no solo disminuye los niveles de estrés, sino que también mejora la autoimagen y la aceptación personal.
  7. Informarse sobre el TDC: Conocer más sobre el trastorno permite comprender mejor sus efectos y desmitificar las preocupaciones relacionadas con la apariencia. La psicoeducación, tanto para el paciente como para su entorno cercano, puede facilitar la creación de un entorno de apoyo y comprensión que favorezca el proceso de recuperación.

Con todo lo expuesto, el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) puede ser un desafío difícil de enfrentar, pero es importante recordar que hay formas de mejorar la relación con el propio cuerpo y reducir la ansiedad que provoca la apariencia. Como hemos comentado, este trastorno no solo afecta la percepción corporal, sino también el bienestar emocional, las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general. Sin embargo, hay esperanza y soluciones disponibles a las que podemos acogernos.

Uno de los pasos clave para afrontar el TDC es buscar apoyo profesional. La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) ha demostrado ser particularmente eficaz para ayudar a las personas a desafiar sus pensamientos distorsionados y desarrollar una visión más realista y compasiva de sí mismas. Además, en algunos casos, los medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) pueden complementar el tratamiento y reducir los síntomas de ansiedad y depresión asociados. Con ello, es importante señalar que los tratamientos combinados de medicación con terapia aumentan el éxito en la reducción de la sintomatología señalada. No obstante, con todo lo anterior es importante entender que el camino hacia la aceptación personal no se limita a la terapia. Practicar el autocuidado, fomentar la autoestima y rodearse de un entorno de apoyo son elementos esenciales para el proceso de recuperación. Actividades como el ejercicio regular que conlleve cansancio físico, la meditación, el mindfulness y mantener relaciones interpersonales significativas pueden marcar una gran diferencia en el bienestar emocional.

Si sientes que estos pensamientos te afectan en tu día a día y te impiden disfrutar de la vida con tranquilidad, en nuestro centro de psicología CANVIS contamos con especialistas dispuestos a ayudarte. Entendemos lo desafiante que puede ser esta lucha interna, pero no tienes que recorrer este camino solo o sola. Nuestro compromiso es ofrecerte un espacio seguro donde puedas explorar tus emociones, enfrentar tus inseguridades y construir una relación más saludable contigo mismo/a.

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Referencias

Phillips, K. A., & Hollander, E. (2008). Treating body dysmorphic disorder with medication: Evidence, misconceptions, and a suggested approach. Psychiatry (Edgmont), 5(12), 34-40.

Montaño, I. L. (2001). Mujer, belleza y psicopatología. Revista Colombiana de Psiquiatría, 30(4), 383-388.

Misticone, S. (2007). El trastorno dismórfico corporal: un problema real para el dermatólogo que hace cosmética. Dermatología Venezolana, 45(1), 4-10.