Finalizar una relación sentimental es algo que hacemos en numerosas ocasiones a lo largo de nuestra vida. Cuando esto ocurre, sentimos el dolor de la pérdida, la sensación de haber perdido ese vínculo afectivo que nos unía con la otra persona. Cómo superemos esta pérdida dependerá de nosotros mismos y, en cierta medida, de nuestras experiencias previas.
Los sentimientos de debilidad y tristeza son comunes en esta situación. Nos precipitamos al encuentro con una nueva realidad en la que, esa relación de vínculo y afecto que manteníamos con la otra persona, se ha visto gravemente afectada.
¿Qué ocurre cuando nos enamoramos?
Para entender cómo reaccionamos ante una ruptura sentimental, debemos entender lo que ocurre previamente.
Cuando nos enamoramos, nuestro cerebro segrega en mayor exceso sustancias como la serotonina, las endorfinas y la dopamina, relacionadas con la felicidad, el placer y el mantenimiento de conductas. Son estas mismas, las que aparecen durante el consumo de drogas, activando los centros del placer. De modo que, cuando nos enamoramos, nuestro cerebro actúa de un modo similar a como lo haría si estuviera bajo los efectos de una droga.
Por lo tanto, cuando ese efecto desaparece, cuando sentimos la pérdida emocional, también sentimos cierta sensación de abstinencia, ya que nuestro cuerpo reacciona ante la pérdida de aquello que le producía placer y felicidad. A este conjunto de reacciones, le llamamos abstinencia emocional.
Síndrome de abstinencia emocional
Entendemos el síndrome de abstinencia emocional, como un proceso de adaptación en el que sentimos la pérdida de ese afecto que actuaba como reforzador de sensaciones tan agradables como el placer y la felicidad. Nuestro cerebro reaccionará ante esta pérdida, generando reacciones de abstinencia que promuevan el contacto con la otra persona.
Una situación de ruptura de pareja, representa una pérdida en sí misma. El duelo será la consecuencia a esta pérdida, representando un proceso en el que deberemos aprender a continuar con nuestra vida sabiendo que la otra persona hará lo mismo con la suya. Sentir que podemos ser felices sin esa persona a nuestro lado, puede resultar algo complejo de entender en ciertas relaciones en las que se había instaurado una relación de dependencia emocional con la otra persona.
La abstinencia emocional será entonces, un proceso normal por el que pasamos cuando hay una ruptura afectiva. Sin embargo, hablaremos de un proceso negativo o complicado, cuando éste se convierta en un círculo vicioso mantenido en el tiempo. Lejos de poder pasar página, habrá situaciones en las que nos veamos abocados a un círculo obsesivo de vulnerabilidad y sufrimiento. Son situaciones en las que, muy probablemente, la relación de dependencia emocional que sentíamos hacia la otra persona, representa una carga añadida a esa ruptura.
Rupturas emocionales complejas
Al finalizar una relación afectiva, todos podemos experimentar el síndrome de abstinencia emocional. Debemos adaptarnos a una nueva realidad en la que ya no estamos con la otra persona.
Como hemos mencionado, en ciertos casos la abstinencia emocional se puede ver magnificada en un síndrome de abstinencia emocional largo y dificultoso. Por poner algunos ejemplos concretos, hablamos de:
- Situaciones de negación en las que la persona no cree que la ruptura sea la mejor solución para la pareja. Se niega a afrontar la ruptura a pesar de que la otra persona lo tenga claro.
- Personas con baja autoestima y sentimientos de auto-eficacia bajos.
- Personas con dificultad para tolerar el dolor emocional, que han centrado la relación de pareja en una relación de dependencia emocional hacia la otra persona. Tras la ruptura pueden sentir que,sin su pareja al lado, su vida ya no tiene sentido, generando así sentimientos de tristeza y desesperanza extremos.
- Situaciones en las que ha habido una infidelidad previa que ha dañado los sentimientos y creencias de uno o ambos miembros de la pareja. Pueden surgir pensamientos auto-destructivos como “no soy suficiente”, “no valgo tanto como pensaba” o, por el contrario, falsas creencias como “si esa persona no hubiese aparecido, estaríamos juntos”, “todo volverá a ser como antes en cuanto se canse de la otra persona” o “no le he demostrado suficiente amor, pero si lo hago volverá conmigo”, etc.
- Relaciones tóxicas en las que se habían instaurado roles de dominación y dependencia entre sus miembros. En las relaciones tóxicas se establecen dinámicas afectivas desgastantes y perjudiciales que acaban perpetrando en las creencias de la persona dependiente, creando pensamientos irracionales de amor y felicidad. Asimismo, el auto-concepto y la identidad de la persona dependiente se verán gravemente perjudicados, generando una situación de vulnerabilidad psicológica y emocional extrema durante la relación y, en mayor medida, durante la ruptura sentimental. En estos casos, resultará muy probable que la persona dependiente reaccione a la ruptura buscando nuevas situaciones de contacto con la otra persona, con tal de evitar el enfrentamiento con la nueva realidad.
Síntomas de la abstinencia emocional
Tras la ruptura aparecerá, de manera natural, la sensación de abstinencia o “mono” hacia el otro miembro de la pareja. Nuestro cerebro se había acostumbrado a las sensaciones de placer y gratificación y, por tanto, reaccionará ante la falta de éstos generando una serie de síntomas físicos y psicológicos de naturaleza ansioso-depresiva.
Síntomas físicos
– Mareos, náuseas y sensación de pérdida del equilibrio
– Sensación de opresión en el pecho
– Dificultad para respirar o sensación de ahogo
– Dolores de cabeza
Síntomas psicológicos
– Nerviosismo
– Insomnio
– Pérdida del apetito
– Sensación de angustia y ansiedad
– Tristeza, melancolía y nostalgia por el pasado
– Aturdimiento y dificultad de concentración
– Pensamientos obsesivos y recurrentes, generalmente con recuerdos felices de la relación
– Sentimiento de culpa y auto recriminación por la ruptura
– Pérdida de placer o interés en las actividades diarias
– Sentimiento de desesperanza ante la vida
La duración del síndrome de abstinencia emocional dependerá de cada caso. No es un proceso lineal en el que todos pasemos por las mismas fases, ni durante el mismo tiempo. Variará de una persona a otra dependiendo de sus fortalezas, de la relación que mantuviera con la pareja y de las experiencias previas, entre otras. Del mismo modo, una persona puede enfrentarse a varias rupturas durante su vida y afrontarlo de un modo distinto en cada una de ellas, ya que todo dependerá de una serie de factores que confluyen en el tiempo.
Conductas disfuncionales
En psicología, llamamos conductas disfuncionales a aquellas que lejos de ayudarnos, lo que producen es un empeoramiento y mantenimiento de los procesos emocionales complejos. Ante una ruptura, las conductas disfuncionales irán encaminadas a restaurar la pérdida, a mantener el contacto con la otra persona y con la ruptura, en lugar de afrontarla como deberíamos.
En otras palabras, son conductas inconscientes en su mayoría, que realizamos para tratar de mantener el contacto con la otra persona. En realidad, lo que producen es un efecto de reforzador negativo que dificulta el proceso de afrontamiento de la pérdida, alargando en el tiempo la situación de ruptura.
Conductas disfuncionales más típicas en un proceso de ruptura sentimental
– Estar pendientes del móvil de manera compulsiva à cuando estamos acostumbrados a mantener un contacto diario con la otra persona, la ruptura de esta normalidad puede resultar compleja. Comprobar el móvil para ver si hay mensajes nuevos o incluso mirar sus estados de whatspp o su actividad en redes sociales, se convierten en conductas disfuncionales que no nos permiten el distanciamiento psicológico con la otra persona. La necesidad de saber si esa persona está en línea o si ha reanudado su vida social con normalidad, nos perpetúa en una posición ansioso-obsesiva que se retroalimenta en sí misma. Siempre queremos saber más, aunque sepamos que eso nos hace daño.
– Engañar a los familiares y amigos à sabemos que lo que nos dirán nos enfrontará con la realidad de la ruptura, así que preferimos no hablar de ciertos temas con nuestros allegados para no tener que escuchar lo que quieren decirnos.
– Aislarnos à nos aislamos de los demás para no escuchar lo que nos quieren decir, pero lo que conseguimos es aislarnos de esas personas que en realidad nos quieren de verdad y que nos hacen bien. La soledad es un sentimiento que llevado al extremo puede ser muy negativo, permitiéndonos el estancamiento en ese pozo oscuro de emociones que rodean la ruptura.
– Llamar o enviar mensajes compulsivamente a no soportamos la idea de no tener contado con la otra persona e inconsciente o conscientemente, realizamos conductas compulsivas para restaurar ese contacto como sea.
– Inventar encuentros fortuitos a es otro modo de mantener el contacto, pasando cerca de los lugares donde sabemos que es muy probable que encontremos a la otra persona. Ya sea cerca de su casa o visitando lugares de encuentro habitual con sus amigos u otras relaciones.
– Amenazar con hacernos daño o hacérselo a la otra persona a en esta situación de ansiedad obsesiva que nos mantiene atados a la relación, somos capaces de buscar hacernos daño o amenazar a la otra persona, como intento desesperado de llamar su atención.
– Actuar de manera ambivalente a en varias de las situaciones mencionadas, podemos mostrar conductas extremadamente contrarias como la agresividad y el arrepentimiento. Todo vale para despertar en la otra persona, una reacción hacia nosotros.
Como podemos imaginar, conductas como las mencionadas pueden alargar el proceso de ruptura hasta tal punto que se vean altamente perjudicadas nuestras creencias más profundas sobre el amor, el cariño o nuestra propia valía.
Cómo afrontar la abstinencia emocional
Una ruptura sentimental, no deja de ser una pérdida de un ser querido con el que ya no podemos mantener una relación afectiva como la que teníamos. Debemos pasar un proceso de duelo hasta aceptar que la relación con la otra persona ya no volverá a ser la misma. El síndrome de abstinencia emocional, no es más que una parte de este proceso de duelo que se produce cuando hay una ruptura sentimental.
Para sobrellevar este proceso de la mejor manera posible, debemos tener en cuenta una serie de factores que actuarán de facilitadores en el proceso de aceptación.
Reconocer la ruptura como un proceso
Aceptar que lo que estamos sintiendo forma parte de un proceso transitorio en el que vamos a sentir emociones negativas como la tristeza, la pena o el desconsuelo. Asumir que es un episodio pasajero y entender estas emociones como un transcurso que, pasado un tiempo, dará lugar a otras emociones más positivas.
Contacto cero
Para aceptar que esa relación ya no va a volver, necesitamos distanciarnos de la otra persona y encaminar nuestra vida hacia una realidad distinta. Para ello, no es suficiente distanciarse físicamente de la otra persona, sino que debemos evitar el contacto mediante otras vías de comunicación más actuales como las redes sociales. Nuestro cerebro necesita entender que ya no va a recibir inputs de la otra persona, así que debemos intentar alejarnos de la información que nos pueda llegar sobre la otra persona.
Relaciones sociales
En ocasiones, las relaciones de pareja facilitan que los amigos pasen a un segundo plano. Es una tendencia muy común en nuestra sociedad, centrar gran parte de nuestra vida en nuestra relación de pareja. Por lo tanto, cuando nuestra relación se rompe, nos encontramos con la realidad de habernos distanciado de nuestros amigos y allegados. Es importante retomar el contacto con ellos, e incluso, iniciar nuevas amistades. Sentirnos apoyados y arropados, nos ayuda a aceptar este proceso de cambio que estamos sintiendo. De igual modo, nos recuerda lo importantes que son estos apoyos a lo largo de nuestra vida, ayudándonos a entender nuevas formas de amor que no contemplen de nuevo un aislamiento con una futura pareja.
Recordar las razones de nuestra ruptura
Cuando los sentimientos negativos aparecen tras la ruptura, tendemos a olvidar los sucesos negativos que hemos vivido durante esa relación. Nuestro cerebro se centra en recordar los momentos felices, dificultándonos recordar el porqué de nuestra ruptura. Si no podemos recordar las razones por las que nuestra relación ha finalizado, será mucho más difícil sobrellevar los momentos de angustia y soledad. Por eso, es importante tratar de recordar también aquellos recuerdos menos bonitos de nuestra relación, recuerdos reales que nos ayudan a entender que a pesar de lo mucho que nos hayamos querido, es momento de finalizar con esa historia.
Desidealizar a la otra persona o a la relación que teníamos
Por la misma razón que tendemos a olvidar los recuerdos negativos, nuestro cerebro tiende a idealizar a esa persona. Pensar que todo era perfecto o que era la persona ideal para nosotros, se convierte en un pensamiento recurrente muy potente, que perjudica nuestro proceso de aceptación. Es importante hacer un ejercicio de memoria y de sinceridad con nosotros mismos, recordar que todos tenemos defectos y virtudes y que, ninguna situación es perfecta permanentemente.
Trabajar en un plan de emergencia
Resulta de gran utilidad trazar un plan de emergencia al que recurrir en los momentos de debilidad en los que deseemos contactar con la otra persona. Llamar a un amigo o dejar pasar un periodo de tiempo de reflexión, pueden evitar que tomemos decisiones impulsivas que nos perjudiquen.
Realizar ejercicio físico
El ejercicio físico favorece la liberación de endorfinas, relacionadas con la felicidad y la euforia. Además, nos ayuda a despejar nuestra mente y a focalizar nuestra atención en otros estímulos más satisfactorios.
Rehusar ciertas creencias como “un clavo saca a otro clavo”
Comprender que una persona no es reemplazable por otra. La relación que juntos habíamos construido ya no va a volver, ni será igual con otra persona. Debemos aceptar esa pérdida, para poder empezar una nueva relación.
El psicólogo nos puede ayudar a sobrellevar este periodo de ruptura de una manera más saludable, ofreciéndonos un lugar en el que pensar y razonar nuestros sentimientos y emociones. Es necesario entender nuestras creencias más irracionales para poder construir creencias más adaptativas que nos ayuden en nuestro presente y en nuestro futuro.
La psicoterapia nos ayuda a entender nuestra realidad desde un punto de vista más objetivo, desde el que podamos recuperar el valor de las cosas y emprender el viaje hacia nuevas sensaciones de placer y gratificación futuras.
En el centro de psicología Canvis de Barcelona, el psicólogo estará preparado para ayudarte a afrontar los cambios que se presentan ante una ruptura sentimental.
Podrás trabajar de manera individual, e incluso, podrás formar parte de algunos de los talleres que se realizan sobre la dependencia emocional, la gestión emocional y/o la autoestima y las relaciones saludables.
Psicóloga Lidia Blanch Àguila
Psicóloga colegiada número 27555
Grado en Psicología (UniversitatAutònoma de Barcelona)
Posgrado en Psicoanálisis aplicado a la actuación clínica (Universitat de Barcelona)
Máster Interuniversitario en Psicología de la Educación MIPE (UB, UAB, URL, UdG)