Desde pequeños entramos en contacto con la palabra responsabilidad. A partir de nuestras experiencias, en nuestra familia y después en los espacios fuera de casa, desarrollamos la idea de hacernos cargo de las cosas, de las situaciones y de las personas. En este último caso podemos pensar que la responsabilidad solo está presente en relaciones que implican una jerarquía entre las partes, por ejemplo, los padres son responsables de los hijos, el hermano mayor es responsable del menor, un gerente es responsable de sus empleados, un profesor de sus alumnos. Desde esta idea la responsabilidad se vuelve un aspecto evidente y fundamental, pero parece que solo se da dentro de este tipo de relaciones cuando no es así. La responsabilidad también es un elemento constitutivo en las relaciones que establecemos con nuestros padres. Más bien, la responsabilidad es una parte fundamental de cualquier relación.
La a responsabilidad afectiva trata de concebir las relaciones amorosas y sexuales como espacios donde cada una de las partes implicadas se ve afectada por las acciones y decisiones del otro, es decir, señala necesidad de generar conciencia respecto a que no podemos deslindarnos de como incidimos en el otro. No se trata de evitar a toda costa el dolor del otro, ni de poner sus necesidades y deseos a costa de los nuestros, sino de saber que nuestras acciones tienen impacto en los otros, por lo que es necesario plantear, acuerdos, evidenciar necesidades, explicitar deseos, etc.
En una relación sexo-afectiva no debemos asumir que el otro sabe lo que queremos, que esta en el mismo canal, que mientras yo sea claro con lo que quiero, es problema de los demás como lo entiendan. Las personas no somos objetos que solo estamos ahí para satisfacer necesidades (emocionales o sexuales), de modo que no debemos tener relaciones con la idea de que la otra persona tenga que saciar nuestras demandas y deseos. Se trata de saber que toda relación implica un respeto al otro como individuo.
La Responsabilidad afectiva busca la construcción de relaciones más equitativas, más respetuosas y transparentes.
En una relación tenemos que tener en cuenta que tenemos la capacidad de generar cosas en el otro y que ese otro también puede generar cosa en nosotros, por lo que esta conciencia nos permite plantear acciones basadas en la comunicación y en el establecimiento de acuerdos.
Tenemos que tener presente que somos capaces de tener efectos en el otro y que el otro tiene efectos en nosotros, por lo que debemos ser responsables de nuestros actos y sus consecuencias.
En resumen, ¿ qué es la responsabilidad afectiva? Se estructura en base a un compromiso hacia la otra persona. Consensuamos las emociones, nos orientamos al cuidado y siempre hay alguna forma de diálogo. Para ello, no solo debemos tener en cuenta nuestras necesidades y nuestros valores, sino saber llegar al que tenemos enfrente. Tenemos que atender, aceptar y respetar las necesidades y los valores ajenos, independientemente de si estamos de acuerdo o no. Es saber que el otro es siempre tan importante como uno mismo, sin jerarquías ni luchas de poder. Esta forma de vincularnos se hace con cualquier tipo de relación que mantengamos. La responsabilidad afectiva aumenta en profundidad según hay una relación más estrecha, pero no varían los principios ni los recursos. Así, aumentaré el grado de escucha empática con un compañero de trabajo, pero también habrá una escucha empática con un compañero de trabajo, aunque sea más superficial. Lo único que varía es la profundidad.
¿Por qué actualmente se habla tanto de responsabilidad afectiva?
Desde pequeños nos han educado de manera que, o bien priorizamos las necesidades ajenas en vez de las nuestras, o, al contrario. Parece que culturalmente no sepamos mantener un equilibrio entre lo que soy yo y lo que es el otro. Nos movemos entre la servidumbre y el egocentrismo. Veo que los demás están antes y por encima de mí o bien quiero pisar a todo el mundo por mi complejo de superioridad. Sin embargo, eso se aleja del concepto de responsabilidad afectiva ya que, ante todo, debe existir un equilibrio. Ninguno está por encima. Es por eso por lo que, aunque vamos evolucionando en esta materia, no siempre somos responsables afectivamente. De hecho, parece que nos cuesta.
La forma de vincularnos va cambiando a medida que el tiempo pasa. De modo que debemos seguir avanzando hacia esta dirección, adoptando cada vez más conductas que nos acerquen al bienestar y el equilibrio emocional. Para ello, debemos aprender a ser más responsables emocionalmente con nosotros mismos y con los demás.
¿Por qué es tan importante tener responsabilidad afectiva?
Relacionarnos desde la responsabilidad afectiva nos permite desarrollar un vínculo más sano, pleno y seguro. La comunicación es fluida y la transparencia permite eliminar la adivinación de las emociones y pensamientos del otro. Y esto es la base necesaria para que podamos construir relaciones sanas, de calidad.
¿Cómo puedo ser responsable afectivamente?
Se deben tener en cuenta los siguientes principios:
- No solo existe uno:ni solo existo yo en la relación ni solo existe el otro. Los dos somos igual de importantes en todo momento, sin excepciones ni trampas. Debemos tenernos en cuenta a nosotros y a los demás.
- No todo es perfecto:a veces aparecen problemas que pueden resolverse. Que no haya siempre un bienestar no implica que todo esté perdido. Pero también hay que valorar la frecuencia de los problemas, la magnitud y si nos compensan.
- Acción y consecuencia:debo saber mirar más allá de mis acciones. Todo lo que haga impactará en mí y en el otro. ¿De qué forma quiero impactar en los demás?
- Comunicación:la comunicación es un pilar fundamental en las relaciones. Ante todo, debemos expresarnos y dejar que el otro se exprese. Debemos tener a confianza y libertad para expresar todo aquello que necesitemos, partiendo siempre desde el respeto.
- Me escucho:es muy importante realizar el ejercicio de escucharse a uno mismo a diario. Nos permitirá conocer y valorar lo que sentimos, lo que queremos o lo que necesitamos. Una vez que esto está claro, me puedo vincular mejor. Para ello, deberé tomarme espacios y pausas para reevaluarlo.
¿Cómo detectar personas que no están siendo responsables afectivamente?
A pesar de que cada vez se hable y se lleve a cabo el ser responsables afectivamente, todavía nos encontramos en muchas relaciones (ya sean de amistad, de trabajo, de pareja…) personas que tienen conductas en las que se mueven en los extremos que hablábamos anteriormente de egocentrismo o la servidumbre. Eso hace que nos alejemos del equilibrio y que no sepamos mantener relaciones sanas. ¿Cuáles son estas conductas?
- Romper la confianza:cuando no respetamos los límites de los demás ni tampoco sabemos defender de forma asertiva los nuestros.
- No valorar las emociones:esto ocurre cuando no valoramos nuestras emociones, no las escuchamos o no las respetamos. Pero también pasa cuando hacemos eso mismo con los demás. Puede que sí me importe cuando yo estoy triste, pero desprecio cuando lo estás tú.
- Adivinación:a esto jugamos con frecuencia. Debe ser la otra persona la que adivine qué necesito o qué me ocurre. Creemos que deben leernos, especialmente cuando nosotros damos incondicionalmente. Esta conducta es un error que pasa a menudo en muchas relaciones, debemos aprender a expresar aquello que necesitamos y facilitar al otro el espacio para que lo haga.
- Ocultar información:en algunos momentos, hay información muy relevante para la relación que ocultamos. No se trata, como veremos, de volcar toda la información, sino dar al otro lo que puede necesitar. Por ejemplo, estoy conociendo a una persona que podría ilusionarse y omito que tengo pareja.
- Ser demasiado sinceros:dar toda la información al otro ni es siempre relevante ni aconsejable. Puedo, de hecho, herir a la otra persona o cargarle con asuntos que debería gestionar yo mismo. Cuando rompo la seguridad del otro, es cuando la estoy dando una información dolorosa enmascarada en sinceridad.
- La ilusión de los demás:yo no soy responsable de las expectativas que los demás forman sobre mí o, al menos, no debería serlo. Pero sí soy responsable cuando mis actitudes están haciendo que la ilusión de una persona aumente cuando yo no quiero profundizar en esa relación. No solo con una posible pareja, sino también con un amigo o una compañera de trabajo.
Si crees que necesitas ayuda para trabajar aspectos de ti o de tu vida puedes solicitar una primera sesión informativa en el apartado de “Contacto”. En el centro de psicología sanitaria Canvis de Barcelona realizamos psicoterapia individual y de pareja. Si tienes cualquier duda, puedes contactar con nosotros. Estaremos encantados de poder ayudarte.
Referencias
López, M. (2019). Por una pedagogía del cuidado, el acuerdo y la responsabilidad afectiva. LATFEM Periodismo feminista, 8.
Wojtyla, K. (2008). Amor y responsabilidad (Vol. 35). Palabra.
Herrera, H. M. (2006). Amor y libertad: el espíritu de la responsabilidad social. Pontificia Universidad Javeriana.
Ferrario, C. M. (2018). Poliamor, parejas abiertas y anarquía relacional: Una etnografía sobre el amor libre. In X Jornadas de Sociología de la UNLP 5 al 7 de diciembre de 2018 Ensenada, Argentina. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Sociología.
Psicóloga residente Anna Saheb Vives
Psicóloga colegiada número: 29143
Grado en Psicologia en la Universidad Autónoma de Barcelona
Máster en Psicología General Sanitaria en la UNIR