La procrastinación es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
Si buscamos la etimología de la palabra, “procrastinación” viene del verbo latín procrastināre, postergar para mañana. Pero no se trata tan solo de dejarlo de manera voluntaria, sino que además, esta palabra, deriva también del griego antiguo akrasia, que describe la forma de actuar en contra de nuestro mejor juicio o la falta de voluntad que impide que uno haga lo correcto.
Esto nos lleva a pensar que lo hacemos incluso sabiendo que nos hará daño a nosotros mismos, ¿por qué entonces dejamos para más adelante algo sabiendo que tendrá consecuencias negativas?
Fuschia Sirois, profesora de Psicología de la Universidad de Sheffield, nos dice: “Esta es la razón por la que decimos que la procrastinación es esencialmente irracional”, y agregó: “Las personas se enganchan en este círculo irracional de procrastinación crónica debido a una incapacidad para manejar estados de ánimo negativos en torno a una tarea”.
En definitiva, procrastinar es eso que hacemos cuando hacemos todo menos lo que tenemos que hacer.
¿Cuántas veces has escuchado la frase de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy?
En la sociedad en la que vivimos hoy en día, esto ha aumentado muchísimo, debido por un lado al estrés que nos provoca el ritmo asfixiante y la prisa continua, y por otro lado, la sobreestimulación debida a las pantallas, la intromisión sin cesar de emails y redes sociales, son la excusa perfecta para dejar a un lado lo que es realmente importante, lo que nos lleva a tener la sensación de estar continuamente ocupados pero a la vez sentir que no hemos hecho nada útil.
Según diversos estudios, el 20 % de los adultos se auto perciben como procrastinadores crónicos, es decir, que procrastinar se ha convertido en un hábito para ellos, un porcentaje que aumenta hasta el 50 % en la población estudiantil.
Además, normalmente, el procrastinador no solo lo es en algún ámbito de su vida, sino que se amplía a muchos otros: suelen llegar tarde, no comunican algo importante hasta el último momento o dejan hasta el último día las compras de navidad. Esto hace que fuercen todo hasta límites impensables, dejando las tareas sin hacer o mal hechas, suponiéndoles mucho estrés.
El procrastinador no solo puede tener graves problemas en su vida social, en su economía o en su trabajo, sino que también puede afectar a su salud mental.
¿Cuáles son las consecuencias de la procrastinación?
- Pérdida de tiempo. La procrastinación roba nuestro tiempo tan preciado, realizando tareas que no son útiles, haciéndonos creer en ese momento que es imprescindible hacerlas , y sólo valorando después que hubiéramos hecho mejor dedicándonos a otras actividades más importantes , e incluso obligatorias en nuestra vida.
- Frustración e insatisfacción. No ser capaces de realizar la tarea que tanto tenemos o queremos hacer, hace sentirnos frustrados e insatisfechos, creyendo que no somos capaces de realizarlo y por lo tanto, disminuyendo nuestra autoestima, es decir, el conjunto de ideas, creencias, percepciones, pensamientos y juicios que tenemos acerca de nosotros mismos, acerca de nuestras propias cualidades y capacidades. Esta situación nos lleva a pensamientos como “no soy capaz de hacer nada”, “no valgo para nada”, aumentando la incapacidad de empezar o realizar las siguientes tareas.
- Incapacidad de llevar a la acción las ideas que tenemos, es decir, “no ponernos manos a la obra”. Para saber si esto nos pasa a nosotros, podríamos preguntarnos ¿cuántas ideas tienes en la cabeza y cuántas de ellas llevas a la práctica?
- Estrés y ansiedad. Procrastinar, nos produce estrés, que termina convirtiéndose en ansiedad. Esto sucede porque vamos viendo cómo la fecha límite para terminar aquello que queremos realizar se va acercando, y seguimos sin hacer nada para evitarlo. Esto se convierte en un círculo vicioso ya que es ese mismo estrés el que nos impide llevar a cabo la tarea. Esto se puede ver reflejado también físicamente, produciendo problemas de sueño, que nos llevan a sentir cansancio, falta de energía o malestar estomacal, entre otros.
¿Por qué procrastinamos?
- Vemos la tarea como algo muy grande, en vez de centrarnos en los pequeños pasos que hay que hacer para poder llevar a cabo el gran reto, nos centramos solo en lo grande que es, y eso nos paraliza, nos hace huir de él.
- No nos gusta la tarea. Cuando algo nos motiva, somos capaces de realizarlo de manera fluida. Sin embargo, no todo lo que hacemos es porque queremos hacerlo, sino que muchas veces es porque es nuestra obligación. De ahí la importancia de trabajar la motivación, como explicaremos más adelante.
- Por cansancio cognitivo por sobreestimulación. Hay muchas veces que la procrastinación se debe al cansancio cognitivo que sufrimos. Hoy en día nos parece normal recibir tantos estímulos por lo cual, no somos conscientes de lo agotador que es para nuestro cerebro estar continuamente bombardeado de información. De la cual, además, no retenemos casi nada, porque la mayoría de lo que vemos pasa demasiado rápido. Esto influye en la atención y concentración, por lo cual ,cuando queremos centrarnos en una sola tarea, no somos capaces de no dispersarnos y poner todo el foco atencional en ella.
- Falta de conocimiento: No sabemos cómo hacer la tarea. Muchas veces simplemente lo que nos pasa es que no sabemos cómo podemos realizar esta tarea y no somos capaces de encontrar las soluciones o pedir ayuda para llegar a ellas.
- La necesidad de inmediatez actual. Hace unos años, cuando querías acceder a una información, cuando querías aprender algo y entonces acceder al conocimiento, necesitabas un tiempo para lograrlo. Tenías que ir a una biblioteca, buscar el libro adecuado, o esperar a que pudieras hablar con el profesor para poder realizarle la pregunta que tanto te interesaba. Hoy en día, esto no es así. Si quieres saber algo, tan solo tienes que hacer un movimiento con tus dedos y en cuestión de segundos puedes tener más de 100 respuestas a lo que te estabas cuestionando. Esto nos genera la idea de que todo es accesible de manera rápida.
Pero cuando viene una tarea que es más larga, más compleja y que para conseguirla se necesita más tiempo, no estamos acostumbrados a saber llevarla porque hemos aprendido que todo se tiene que conseguir ya, aquí y ahora.
El miedo de no tener una respuesta inmediata nos lleva a aparcar esa tarea, a dejarla y hacer otra que nos produzca la satisfacción de conseguir lo que queremos en este instante, aunque esta tarea no tenga tanta importancia. Esto hace que la tarea importante se postergue. Provocándonos más frustración cuando tenemos que enfrentarnos a ella.
- “Nos da pereza empezar”: podríamos decir que nuestro cerebro siempre va a tender a realizar el mínimo esfuerzo. Por ello se resiste a empezar cualquier cosa, busca cualquier excusa para empezar algo y lo retrasa.
- Perfeccionismo. Muchas veces la procrastinación se debe que queremos que nuestra tarea esté perfecta, sin darnos cuenta de que la perfección no existe. Por lo que hay un alto grado de exigencia, pero también de frustración.
- El miedo al fracaso, la poca autodisciplina o la autoconvicción de que “yo trabajo mejor bajo presión” también son razones por las que solemos procrastinar.
¿Qué podemos hacer para dejar de procrastinar?
- Divide el reto grande en tareas más pequeñas y realistas. Nada es demasiado grande, simplemente es que no lo has dividido en los trocitos suficientes. Nadie que ha conseguido grandes logros lo ha realizado sin antes dividirlo en pequeñas metas que poco a poco ha ido consiguiendo. Trata de ponerte pequeños objetivos que te lleven hacia tu meta final. El cerebro humano no está preparado para abordar proyectos muy complejos. Sino en pequeños proyectos o fases.
- Aumenta y planifica las recompensas, de esta manera aumentarás también la motivación. Esto suele ser muy efectivo cuando la tarea no nos gusta, por lo que tenemos que crear nuestras propias recompensas para así motivarnos. Podrían ser a dos niveles; un ejemplo de ello es organizar un viaje después de prepararte unas oposiciones durante un año, o simplemente, y a corto plazo, regalarte un paseo por la naturaleza o un rato con tus amig@s cada vez que hayas conseguido un pequeño objetivo que te habías propuesto.
- A veces, la solución es simplemente descansar, o pasar, por ejemplo, un rato meditando, sin muchos estímulos alrededor. Para así relajar a nuestro cerebro de tanta sobreestimulación.
- Además, para aumentar la concentración, y poder realizar la tarea que queremos, se recomienda escoger un lugar en el que haya pocos estímulos que puedan dispersarnos. Como por ejemplo, apagar el móvil durante un rato.
- Involucrar a otros si es necesario: Pide ayuda cuando no sepas algo. Quizá la solución esta vez no la puedas conseguir sólo con facilidad y la clave sea permitir que los otros puedan echarte una mano.
- Con respecto a la necesidad de inmediatez, aprender que hay algunos proyectos u objetivos que llevan su tiempo y esfuerzo. Que las grandes cosas no se consiguen en cuestión de minutos, sino que para llegar a conseguir aquello que tanto deseamos debemos de tener esfuerzo y constancia.
- Para combatir a la pereza de empezar, recomendamos la Técnica “solo unos minutos” ideada por Bluma Zeigarnik, que fue una eminente psicóloga rusa del siglo pasado y que realizó diferentes experimentos llegando a la conclusión de que el hecho de comenzar una actividad crea en las personas sensación de ansiedad hasta que la terminan. Es decir, tendemos a querer terminar las cosas que nos importan una vez que las hemos empezado. Por lo cual a veces el problema radica en romper con la pereza de empezar a realizarlas, porque una vez que las empiezas, al cerebro no le gusta dejar las cosas a medias. De ahí que aparezca la técnica de “solo por unos minutos”, se trata de engañar a tu cerebro y decirle “voy a realizar esta tarea tan solo por unos minutos” y así arrancar con ella, tener la voluntad de empezarla. Ya que después seguir con la misma y terminarla será mucho más sencillo.
- Aceptar cierto nivel de procrastinación. Las personas que son muy exigentes consigo mismas no se permiten dejar ni un rato la tarea para más adelante. Estas son frases que solemos escuchar de una persona muy perfeccionista: “ayer estuve dos horas sin hacer nada, podría haber estudiado un poco más”, y quizá esas dos horas de descanso son necesarias. La procrastinación no es tu enemiga, sino simplemente tienes que aprender a domesticarla.
- Para tareas que son sencillas: sigue la regla de los dos minutos. Es una técnica que si algo supone menos de dos minutos hacerlo, hazlo aunque creas que tendrás siempre otro rato mejor para hacerlo. ¡Son tan solo dos minutos o menos!. Va a producirte menos esfuerzo realizarlo sin pensarlo, que toda la energía que te va a quitar tener en la cabeza la carga de que tienes que realizarlo.
- Planifica y periodifica las tareas. Las pequeñas metas que hemos hablado antes que nos íbamos a ir proponiendo, hay que planificarlas y periodificarlas. Es decir pon esas tareas y fases en un plan y con unos tiempos. Ten en cuenta que esta planificación está sujeta a cambio. Pero tenerlo organizado, te traerá mucha paz mental. Además, te sentirás muy satisfecho si en la hoja donde vas haciendo esta planificación, vas tachando lo que vas consiguiendo. De esta manera podrás apreciar y comprobar visualmente lo que ya has realizado.
- Rodéate de personas proactivas y voluntariosas. Ya que la actitud de la gente que está a tu alrededor se contagia, por lo que si sólo tienes a tu alrededor personas desmotivadas o inactivas, procrastinar será mucho más sencillo.
Por último, me gustaría presentarte los cinco tipos de personas afectadas por procrastinación según el psicólogo Neil Fiore, , especialista en analizar los problemas más comunes de productividad, ya que así quizá podrías sentirte identificado con alguno de ellos. Serían los siguientes:
- El perfeccionista: Debido a esta personalidad, siempre trata de aplazar el trabajo, le da vueltas a los mismo, sin avanzar, temiendo el fracaso, o la no valoración del mismo por los demás. Es más cómodo huir de hacerlo.
- El impostor: Sería la persona acostumbrada a apoyarse o aprovecharse del trabajo de los demás, a veces en equipo. El tomar la delantera e iniciar el trabajo por sí mismo es difícil para él, por eso el retrasarlo ,siempre que puede.
- El desmotivado: Sería el perfil de persona que tiene que realizar un trabajo que no le seduce en absoluto , es más odia hacerlo, es el más proclive a ir retrasando la actividad..
- El abrumado: La persona que tiene tantas tareas que llevar a cabo, que adquiere para sí mismo la escusa perfecta para no iniciarlos , no sabe por cual empezar. Esto le consume de tal manera que hace que se produzca en él un agotamiento mental cuyo fin es , al contrario de lo que debería ser, EL N HACER NADA.
- El afortunado: aunque yo no lo llamaría así, sino “El confiado”. Es la persona que trabaja bajo presión , confiando que lo realizará en el último momento. Muchas veces les va bien, pues no han perdido el periodo previo al “deadline”, pero es una situación “ peligrosa”, pudiendo perder oportunidades , por falta de tiempo. Presentar un trabajo sin perfilar , o en el peor de los casos sin terminar o fuera de plazo.
En definitiva, si sientes que procrastinar se ha convertido en un círculo vicioso para ti, sólo darte cuenta de ello, ser consciente de que te está sucediendo, ya es un gran paso que tiene un gran poder, ya que puede activarte para empezar a buscar soluciones. Pero el verdadero cambio conlleva un trabajo. Por ello, aquí tienes algunas herramientas que quizá puedan servirte. Podrías empezar preguntándote, ¿por qué procrastino? ¿Cuáles son las consecuencias de mi procrastinación?, ¿me identifico con algunos de los tipos de personas que suelen procrastinar?, o ¿qué puedo hacer para dejar de procrastinar?.
En el centro de psicología de Canvis en Barcelona, podemos ayudarte para que la procrastinación deje de ser un problema que dificulte tu vida, buscando el por qué de ello y tratando de ver las posibles soluciones.
Laura Patón Sánchez – Migallón
Psicóloga residente en el centro de psicología Canvis.
Grado en psicología. Universidad de Granada.
Máster en psicología general sanitaria. UNIR.
Terapeuta transpersonal