La familia es, para la mayoría de personas, fuente de protección y seguridad. Pero conocer sobre sus dinámicas es algo muy complejo e importante para gestionar los diversos conflictos que aparecen.
Hay muchos tipos de familias y de dinámicas familiares. Las distintas personas que forman parte del sistema familiar hacen que surjan constantemente energías que se influyen mutuamente, creando un clima donde todos participan, que acaba siendo algo más complejo que la suma de las características individuales de sus miembros.
Sea cual sea el tipo de familia, la comunicación es un factor clave para regular las emociones que se mueven. Adaptarnos a las características de los demás sin dejar de ser nosotros mismos puede llegar a ser agotador si no sabemos cómo gestionar los conflictos, que afectan a todos los miembros e influyen en su construcción de la realidad.
La asertividad es una pieza fundamental para poder hacer frente a las problemáticas del día a día, a la vez que protegemos nuestros derechos e integridad personal.
En este artículo, vamos a poder revisar todos estos aspectos, para tener una idea de familia como sistema y cómo cada uno de los miembros puede responsabilizarse de su influencia en los demás, para así mover todo el sistema dinámico ya que, si una pieza se mueve y cambia, las demás cambiaran en consecuencia, irremediablemente.
La familia como sistema
¿Qué es un sistema? Se puede definir como un conjunto de elementos que se influyen mutuamente, mostrando una constante interacción en la búsqueda de un objetivo concreto. La familia es un sistema social, como la escuela o el grupo de amigos, pero hay muchos otros a nuestro alrededor. Lo que todos ellos tienen en común es que forman un “todo organizado”.
Cuando un elemento del sistema se moviliza, esto afecta a todo el conjunto. Cuando hay algún cambio en un miembro de la familia, por tanto, esto afecta a todo el sistema familiar. Este aspecto es muy importante para entender que las acciones individuales de cada uno de los miembros pueden causar grandes cambios en la dinámica general.
Una familia, como sistema, no puede ser estudiada como una suma de las características individuales de sus miembros, sino que ha de observarse como el “todo” en su conjunto. El primero en plantear esta visión sistémica de los conjuntos fue el biólogo alemán Karl Ludwig von Bertalanffy (1928), es su Teoría General de Sistemas.
Esta teoría ha sido aplicada a distintas disciplinas, incluida la psicología como ciencia de la conducta humana, y es un claro antecedente de la terapia familiar sistémica que se introducirá posteriormente en este artículo.
Para establecer estos intercambios recíprocos e interactivos de energías dentro del sistema, la comunicación es un aspecto clave. Ésta es esencial para establecer y entender las relaciones humanas. Un complejo proceso en el que incluyen numerosos elementos (no únicamente los verbales) y que es la clave para comprender e intervenir en los diferentes sistemas sociales.
Comunicación familiar: aspectos básicos
Para introducir este apartado, es necesario hacer referencia a la teoría de la comunicación humana de Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967. Esta teoría, concebida en el desarrollo de las escuelas sistémicas, parte de 4 principios fundamentales:
- Es imposible no comunicar: Incluso el más silencioso silencio, comunica alguna cosa. En un sistema, como puede ser el sistema familiar, todo comportamiento de cada uno de los miembros funciona como mensaje comunicativo para el resto.
- En toda comunicación encontramos dos niveles: el digital y el analógico: El nivel digital, se relaciona con el contenido del mensaje, compuesto de códigos lingüísticos, abstractos pero precisos (lenguaje). En cambio, el nivel analógico corresponde con el aspecto relacional: la comunicación no verbal.
- La incongruencia entre los dos niveles de comunicación da lugar a *mensajes paradójicos: Si estos dos niveles de comunicación son incongruentes, se da lo que estos autores denominan paradoja lógica, lo que puede traducirse en errores de comunicación.
- Las puntuaciones que introduce el participante condicionan la interacción: La organización de la información que se comunica es importante para la comprensión mutua. Las discrepancias suelen encontrarse cuando se intenta encontrar la causa y el efecto de un acontecimiento concreto, ya que, en realidad, la mayoría de veces, hay una causalidad circular.
¿Qué implicaciones tienen estos axiomas en las relaciones familiares? El conflicto surge cuando la información aportada por uno de los miembros de la familia es *paradójica y los otros miembros integrados en la conversación no saben cómo responder. Esto da lugar a la Teoría de Doble Vínculo de Bateson (1956), la cual fue elaborada para explicar algunas patologías mentales desde el análisis de la comunicación familiar.
La causalidad lineal es propia del concepto occidental, donde para lo que ocurre los individuos tienen una necesidad de encontrar la causa explicativa. El problema es cuando se aplica esta misma concepción a las experiencias familiares, ya que, al todo estar interaccionando e influido mutuamente, es difícil encontrar una causa única y lo que acaba sucediendo es que se crean discordancias entre los miembros que ven causas únicas contrapuestas y, al mismo tiempo, probablemente razonables en ambos casos.
Habiendo introducido los aspectos esenciales de la comunicación humana, puede concluirse de su complejidad y de la dificultad para hacer frente a los distintos conflictos que puedan surgir, derivados precisamente de la comunicación en la familia.
Conflictos intrafamiliares: ¿Cómo gestionarlos?
Aunque no todos los conflictos que se dan en una familia derivan de la comunicación, gran parte de ellos sí tiene que ver con ésta; la solución al conflicto familiar sí estará centrada en cómo comunicar. Veamos cuáles son los conflictos familiares más frecuentes y algunas ideas básicas para poder resolverlos.
10 conflictos familiares usuales
- Conflictos de pareja.
- Conflictos entre padres e hijos.
- Conflictos entre hermanos.
- Conflictos por personas dependientes.
- Conflictos por alguien externo.
- Conflictos debidos a una crisis familiar.
- Conflictos por el dinero.
- Conflictos por responsabilidades.
- Conflictos por crisis personales.
- Conflictos por dificultades de adaptación.
10 claves para resolver conflictos familiares
- Escucha activa.
- Validación y expresión emocional.
- Elegir un momento y lugar adecuados.
- Solución de conflictos en equipo.
- Uso de la empatía.
- Autoconsciencia y trabajo personal.
- Permitir que todos los miembros ocupen un lugar.
- Equilibrio en responsabilidades y coherencia en pautas educativas.
- Respeto a los límites individuales.
- Comunicación asertiva.
Asertividad como fuente de expresión emocional
Cuando hay algún tipo de conflicto a nivel familiar, es fácil entrar en discusiones que aumenten la tensión y compliquen todavía más la dinámica. Uno de los aspectos más relevantes es saber cómo comunicar tanto lo que nos molesta del otro, como lo que sentimos, como lo que estamos observando en otros miembros sin que ellos sean todavía conscientes. Para ello, lo esencial es el concepto de asertividad.
La asertividad es un tipo de comunicación en la que la persona conoce sus derechos y los puede expresar adecuadamente, esto es, respetando también los derechos de los otros. Una persona con una comunicación pasiva tenderá a satisfacer los deseos de los demás, dejando a un lado los suyos propios, mientras que una persona agresiva tendrá tendencia a respetar sus propios derechos, pero faltando a los derechos de los demás.
La asertividad ayuda a mantener el equilibro mediante la herramienta de la comunicación, aunque hay que decir que no siempre es tan fácil de aplicar. Como seres humanos, podemos tener el deseo de llegar al ideal de alguna aptitud, pero cuando existe el blanco dentro nuestro existe también el negro. La idea no es alcanzar la perfección, sino emplear cada vez más este modo de comunicación, aumentando la autoconsciencia, para poder así comunicarnos reduciendo la tensión.
El primer paso para poner en práctica la asertividad es conocer cuáles son nuestros derechos asertivos. Siguiendo a la psicóloga Olga Castanyer (2014), se pueden resumir en los siguientes:
- El derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
- El derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opiniones.
- El derecho a ser escuchado y tomado enserio.
- El derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis propias decisiones.
- El derecho a decir “NO” sin sentir culpa.
- El derecho a pedir lo que quiero, dándome cuenta de que mi interlocutor también puede decir “NO”.
- El derecho a cambiar.
- El derecho a cometer errores.
- El derecho a pedir información y ser informado.
- El derecho a obtener aquello por lo que pagué.
- El derecho a decidir no ser asertivo.
- El derecho a ser independiente.
- El derecho a decidir qué hacer con mis prioridades, con mi cuerpo, con mi tiempo, etc., mientras no se violen los derechos de las otras personas.
- El derecho a tener éxito.
- El derecho a gozar y disfrutar.
- El derecho a mi descanso y aislamiento, siendo asertivo.
- El derecho a superarme, aun superando a los demás.
Una vez conocidos estos derechos, cabe preguntarse cuál de ellos no estamos respetando, en cuanto a nosotros mismos y al resto de miembros de la familia. Una vez detectado, siendo conscientes de la propia parte de responsabilidad personal en cada uno de los conflictos, el paso siguiente es el de cómo comunicarlo.
Para poder llevar a cabo una comunicación asertiva, es necesario conocer algunas de las técnicas básicas que pueda ayudar a expresar a cada persona sus deseos, sin dañar los derechos de los demás. A continuación, se comparten algunas de ellas.
- Asertividad positiva
Muchas veces, dentro de un clima familiar tenso, los distintos miembros están tan inmersos en esperar críticas y comentarios negativos de los demás, que se olvidan de comunicar lo que sí funciona, lo que sí les gusta de los otros. Aunque no solucionen el problema de raíz, los comentarios positivos hacia los demás miembros pueden reducir la tensión y dar espacio para sentarse a compartir opiniones que lleven a la solución.
- Respuesta asertiva elemental
Para poder expresar los sentimientos y derechos, hay que ser consciente de que la mejor manera es poderlo decir de una forma directa, pero enfocada en uno mismo y no en el otro. Por ejemplo, se puede cambiar un “nunca me dejas terminar de hablar”, por un “me gustaría poder terminar de decir lo que estaba pensando”.
- Asertividad empática
La empatía es otra habilidad clave para poder equilibrar la dinámica familiar. Si la persona conoce lo que el otro miembro de la familia está pasando interiormente, puede hacer énfasis en su sentimientos primero, para validarlos y así poder expresar después los suyos. Un ejemplo, en lugar de decir “no me hables así” en un momento determinado, se pude añadir “sé que estás pasando por un mal momento, y yo estoy a tu lado para apoyarte, pero no me gusta que me digas las cosas de esta manera”.
- Asertividad escalonada
Este tipo de respuesta puede llevarse a cabo cuando, en un contexto de disputa familiar, se ha introducido nuestra expresión de derechos y éstos, de nuevo, son irrespetados por el interlocutor. Puede volverse a repetir, hasta el punto en que lleguen a respetarse. Siguiendo con el ejemplo anterior, se podría añadir posteriormente “entiendo que esto te haya molestado y podemos hablarlo cuando estamos más tranquilos, pero ya te dije que no me gusta que me digas las cosas gritando”, añadiendo también cómo lo podría hacer diferente “me gustaría más que me dijeras lo mismo, pero con un tono de voz más bajo”.
Cabe añadir, llegados a este punto, que es importante recordar que las personas podemos influir a la conducta de los demás hasta un cierto límite. A veces, el clima es tan emocional que llegar a la razón y al autocontrol es complicado, por lo que se puede considerar dejar pasar el rato y hablarlo posteriormente.
En algunos casos, la comunicación y la dinámica familiar están tan dañadas que requieren de una intervención guiada por un profesional externo a la familia, que pueda ayudar a devolver el equilibrio.
La terapia familiar sistémica
El modelo sistémico de la psicología, nació en los años 30 y 40 en Estados Unidos, aunque el mayor avance fue llevado a cabo en los años 60, con la creación del instituto MRI de Palo Alto. En oposición al reduccionismo, este modelo persigue la comprensión de los individuos dentro del sistema del que forman parte, al cual influyen y son continuamente influidos.
La terapia familiar sistémica, es el ámbito de aplicación más extendido de este modelo, pero éste abarca mucho más que la psicoterapia familiar: es una perspectiva para investigar y una forma característica de concebir la conducta humana. A nivel terapéutico, el objetivo es la modificación de patrones de interacción interpersonal.
La clave está en ver que más allá de la conducta individual por la que se consulta, hay un “otros” interaccionando. Un sistema que engloba al individuo, que lo influye y es influido por éste constantemente. No basta con el porqué, el para qué es importante. ¿Qué está persiguiendo inconscientemente el sistema familiar que hace que el problema se mantenga?
En el Centro de Psicología Canvis de Barcelona tenemos terapeutas especializados en terapia familiar, los cuales podrán atenderos si detectáis conflictos en la dinámica familiar que puedan ser tratados desde esta perspectiva. Recordemos que los cambios en el sistema, también repercuten e influyen en la salud y el bienestar individual. En Canvis, estamos con vosotros.
En Canvis, también se ofrece terapia de pareja, para poder resolver conflictos que están afectando al día a día de las personas individuales y a la dinámica de la relación. Para aprender a sanar la comunicación y tomar decisiones que mejoren la vida de ambos miembros de la pareja y de la pareja como sistema.
Alba Martín González
Grado en Psicología (Universidad de Barcelona)
Colegiada número 23064
Psicóloga especializada en dificultades de aprendizaje
Máster en Psicoterapia Integradora (I. Mensalus y URJC)
Máster en Psicología General Sanitaria (UNIR)