¿Cuánto tiempo llevas mirando una pantalla hoy?
Sea por el trabajo, para mantener relaciones sociales, o para pasar el tiempo, el uso de las tecnologías de la información ha tenido un impacto enorme en nuestras vidas. En cuestión de pocos años hemos pasado a tener una vida digital donde el móvil se ha convertido en una parte esencial de nuestro día a día. Ningún aspecto de la vida cotidiana se ha librado totalmente de la digitalización, y hay quien se pasa cada hora conectado al internet de una forma u otra.
Aunque las tecnologías han traído grandes ventajas, como cualquier cambio, trae incógnitas, y más cuando consideramos la velocidad con que se han desarrollado.
El internet es algo que existe desde hace una generación apenas, y desde su creación ha seguido evolucionando a un ritmo vertiginoso. Esto conlleva nuevos retos a la hora de educar acerca de su buen uso. Además esta educación no se puede hacer desde la experiencia ya que las generaciones anteriores no se han criado con internet, y para muchos los peligros asociados pueden resultar difíciles de entender.
Desde el campo de la medicina ya se están viendo patologías y cambios físicos creados por el uso excesivo del móvil, especialmente en el cuello, el cual no está preparado para la postura que solemos adoptar al mirar un móvil cuando estamos de pie. No se saben los efectos a largo plazo porque aún es pronto para verlos. En el ámbito psicológico pasa algo similar, sabemos que el uso excesivo del internet afecta a la mente, pero no sabemos cuales son las consecuencias a largo plazo. Es habitual encontrarse con el debate de a qué edad deben los niños empezar a usar un móvil o tablet. Cada uno tiene su opinión pero no habrá ninguna respuesta definitiva ya que no hemos visto como se han desarrollado estos niños que llevan desde la primera infancia conectados a una pantalla.
Lo que sabemos son algunas de las consecuencias negativas derivadas del uso del internet que ya se están manifestando. Muchas vienen de un uso inadecuado, pero a su vez dado que tanto las redes sociales como los videojuegos están diseñados para maximizar su consumo, tampoco se puede culpabilizar totalmente al usuario. Al fin y al cabo si un producto es intencionadamente adictivo y se comercializa a menores, ¿de quién es realmente la culpa de que estos acaben enganchados?
Una de las áreas más exploradas es como las redes sociales afectan a la autoimagen, y especial en niños y adolescentes. Diversas investigaciones han encontrado correlaciones claras entre uso de redes sociales y problemas de autoimagen y por consecuencia trastornos de la alimentación, las cuales están teniendo cada vez mayor tasa de aparición entre jóvenes. Esto no significa que usar una red social crea estos tipos de problemas, pero si los puede empeorar o ser un indicador de su existencia.
La visión estéticamente idealizada de las redes sociales no es totalmente nueva. Desde hace tiempo se han mostrado figuras del mundo del cine o moda en revistas, y el photoshop no es nada nuevo.
Sin embargo, en el pasado, las revistas y películas mostraban actores y modelos, los cuales solían ser mayores y en contextos ficticios, además uno podía fácilmente distanciarse de estas imágenes. En el caso de las redes sociales, quienes aparecen son los iguales: compañeros de clase, amigos, conocidos, y en contextos más familiares. Si miras en las redes sociales y ves que tus amigos siempre salen bien en sus fotografías, y sin embargo cuando tu te las hacen no siempre sales tan bien, ¿esto que te hace pensar? Algunas personas dirán que los demás han borrado las tomas malas y solo publicado las buenas, sin embargo alguien con la autoestima baja podría pensar que es el único que tiene fotos malas y que los demás son más atractivos.
El peligro no es tanto para quienes están bien mentalmente sino quienes ya tienen algún problema de antes, y en especial jóvenes, que suelen tener una autoimagen menos consolidada.
Incluso se han llegado a ver aumentos en cirugías plásticas derivados de los selfies, para “corregir” las distorsiones en la cara que este tipo de fotografía produce.
La autoimagen no es lo único que se está viendo afectado por las redes sociales. En inglés existe el término Fear of being left out, o FOMO. Esto se traduce en temor a quedarse fuera. Es una sensación de que los demás están haciendo cosas interesantes sin ti, y que tu te lo estás perdiendo. Por supuesto este tipo de temor siempre ha existido, pero las redes sociales son una manera de empeorarlo. Normalmente la gente publica fotos de sí mismo en situaciones divertidos, de fiesta, de vacaciones, disfrutando de una actividad etc. Al igual que con la autoimagen antes, tus amigos siempre publican fotos de sí mismos divirtiéndose, y tu ves que no estás haciendo cosas así, ¿a dónde va tu mente? Para alguien con una alta autoestima, no será un problema, para alguien que pasa un momento de dificultad, puede crear sensación de inferioridad, envidia, o de desesperanza al cuestionarse qué está haciendo con su vida. Además generalmente las personas ven las redes sociales al aburrirse, lo cual es el peor momento para ver que los demás se divierten.
Hemos hablado de cómo afecta ver contenido de los demás, pero no de porque se publica.
No es patológico subir fotos, o incluso querer documentar tu vida de forma pública. Para muchos, las redes sociales son una especie de álbum vital virtual que quieren compartir con los demás. Dejando de lado los peligros de ciberseguridad o privacidad que conlleva subir muchas fotos, en el ámbito psicológico, la cuestión es ver cuando puede llegar a ser nocivo publicar demasiado de la vida de uno mismo. Los seguidores, o amigos de redes sociales no tienen porqué ser reales, y los likes tampoco indican que algo gusta a los demás. Sin embargo lo simulan. Es gratificante que alguien le guste o comente en una publicación tuya, de una manera te está validando. Estas pequeñas validaciones no deberían sustituir las conexiones reales, pero para algunos son lo más próximo que tienen a ello. A falta de alguien que sonría cuando cuentan una historia o se interesa cuando hablan de su fin de semana, las interacciones en redes sociales pueden ser un sustituto. Piensa en ti mismo cuando subes una foto, ¿Después compruebas quien ha interactuado con ello? ¿Miras cuantas personas ven tus publicaciones? De ser así, plantéate porqué. Responder si a estas preguntas no es necesariamente malo pero es importante tener claro tus motivaciones y saber poner límites.
Incluso para alguien que no tiene ningún problema con lo anterior, el internet puede ser adictivo. Algunas redes sociales están transicionando para convertirse en páginas de contenido audiovisual, dejando atrás la parte de red social como tal para centrarse más en ser páginas de entretenimiento. Los reels, videos cortos de menos de un minuto los cuales pueden verse de forma seguida e ilimitada, son una nueva forma de ver videos que se están popularizando mucho dado la facilidad que tienen para enganchar al usuario, haciéndole perder grandes cantidades de tiempo sin apenas darse cuenta. Lo más probable es que tu teléfono tenga una opción de medir la cantidad diaria que pasas usandolo y hasta te desglosa qué aplicaciones usas más ¿te atreves a averiguarlo? Si eres usuario de redes sociales, puede ser mucho más de lo que piensas. El manual diagnóstico CIE-11 reconoce la adicción a los videojuegos y se han visto casos de personas que han llegado a morir descuidando sus necesidades físicas para seguir jugando. Estos son casos extremos y de momento ningún manual diagnóstico reconoce ver contenido en internet ni redes sociales como una categoría de adicción, pero sí se pueden ver pautas de consumo similar a las adicciones en quienes los usan de forma excesiva.
Finalmente, el usar una pantalla durante muchas horas también supone exponerse a una gran cantidad de luz del mismo. Esta luz tiene una alta concentración de ondas de alta frecuencia en la gama del azul y violeta. Este tipo de onda afecta al ciclo circadiano, ya que en la naturaleza las ondas de alta frecuencia vienen del sol, y por lo tanto en nuestro cuerpo indican que es de día. Por ello no se recomienda usar el teléfono móvil de noche ya que puede dificultar la conciliación del sueño e interrumpir el ciclo natural del sueño. No obstante, muchas personas no tienen en cuenta el teléfono a la hora de dormir y lo usan justo antes de acostarse. Los teléfonos más modernos tienen filtros de luz azul, y también existen aplicaciones que cambian el tono de la pantalla, pero no es suficiente, ya que sigue siendo un foco importante de luz, el cual dificulta el sueño. No es inusual que personas digan que se pasan horas mirando su teléfono por la noche, y que su motivación por mirarlo es mayora que la motivación por dormir. Esto pasa en especial en aquellas personas que por el motivo que sean no quieran tener que enfrentarse al día siguiente. Por ejemplo en una persona que tiene ansiedad por el trabajo, el teléfono supone una vía de escape no solo por el entretenimiento que da, sino porque también retrasa el sueño y de esta manera “retrasa el tener que despertarse”. Esto es una combinación muy peligrosa pudiendo llegar a crear cosas de insomnio importantes.
A todo esto, surge la duda de como saber si el uso de internet es poco saludable. Esto es una pregunta compleja y si hay sospecha de adicción real, es importante hablar con un profesional. A grandes rasgos hay que ver tres cosas: si el consumo que haces del internet es algo te causa malestar, si te ocupa más tiempo del que debería, o del que quieres que ocupe, y si puedes reducir tu consumo sin problema. Estas son tres áreas muy subjetivas y cada uno ha de valorar a su manera si se cumplen o no. Como prueba rápida y con poca validez puedes ver cuando tiempo dedicas a estar en internet (obviando por motivos laborales) y si esto encaja con la cantidad de tiempo que quieras dedicar a ello; desconectar totalmente del internet durante un tiempo determinado y ver como te encuestas durante este periodo; plantearte como te afecta anímicamente tu uso de internet (¿después de ver esta página, me siento mejor o peor que antes de verlo?)
Definitivamente las nuevas tecnologías han traído mejoras importantes en nuestras vidas. Tareas que antes eran muy complejas ahora se realizan con un par de toques. Sin embargo es difícil hacer una adaptación de nuestra mente a la nueva realidad de manera sana. Muchas veces el uso inadecuado de la tecnología esconde una problema mayor, carencias emocionales que se tapan a base de publicar en redes sociales, perder tiempo navegando para no enfrentarse al estrés de la vida real, o falsas relaciones que simulan ser reales.
Si ves que alguna de las situaciones anteriores resulta familiar o temes que tu relación con la tecnología no es sana, tal vez sea hora de buscar algún cambio.
No es siempre fácil mantener una relación sana con el internet. Al ser inevitable el contacto con ello, hace falta entender el motivo de los problemas y trabajarlos a nivel interno. Por ello, si cree que algo de lo escrito puede encajar sus vivencias, quiere más información o desea comenzar un proceso terapéutico, puede contactar con el centro de psicología Canvis.
Referencias bibliográficas:
Lin M-P. Prevalence of Internet Addiction during the COVID-19 Outbreak and Its Risk Factors among Junior High School Students in Taiwan (2020). International Journal of Environmental Research and Public Health. 2020; 17(22)
Yong Hui, F. & Yutong, M. (2019). The Relationship Between Adolescents’ Stress and Internet Addiction: A Mediated-Moderation Model. Frontiers in psychology, vol 04,
Yuan-Chien P., Yu-Chuan C,(2020) Systematic review and meta-analysis of epidemiology of internet addiction, Neuroscience & Biobehavioral Reviews, Vol. 118,
Zainab A, Chung-Ying L, et al (2019), Internet addiction and sleep problems: A systematic review and meta-analysis, Sleep Medicine Reviews, Vol. 47
David Parente Rodríguez
Graduado en psicología 2019 (Universidad de Murcia)
Estudiante de Máster en psicología general sanitaria (UNIR)