La situación actual de crisis mundial causada por el coronavirus, el estado de alarma, el confinamiento, las limitaciones de movilidad, el cierre de las escuelas, los ERTES, los problemas económicos, el aumento de horas de convivencia a menudo en espacios pequeños y el aislamiento social, supone un riesgo para el aumento de conflictos en el núcleo familiar y especialmente en familias que ya sufrían una situación de violencia machista antes de la pandemia generada por el COVID-19.

Un artículo publicado por el Colegio Oficial de Psicólogos (Infocop, junio 2020) advierte que “la Organización Mundial de la Salud alerta de un incremento de la violencia contra las mujeres y sus hijos/as durante la pandemia por COVID-19”. Poniendo de relieve la importancia que tienen los sistemas de salud para garantizar que los servicios para las personas que sufren este tipo de violencia permanezcan seguros y accesibles durante le brote de coronavirus.

En este artículo vamos a ver el impacto que tiene la violencia machista o violencia de género en los hijos: los efectos y consecuencias, las repercusiones psicológicas en los menores y los diferentes factores que intervienen.

VIOLENCIA DE GÉNERO Y COVID-19

Para empezar, es importante distinguir entre violencia doméstica y violencia de género:

violencia doméstica: es la que se produce en el hogar y la puede ejercer y sufrir cualquiera de los miembros del núcleo familiar. Por ejemplo, una madre sobre sus hijos, un hijo sobre sus padres, un nieto sobre su abuela, el marido hacia su mujer, etc.

violencia de género o violencia machista: a pesar de que habitualmente nos referimos a la violencia machista como violencia de género, este último término puede dar lugar a confusión ya que se podría pensar que incluye tanto la violencia que el hombre ejerce sobre la mujer, como la que la mujer ejerce sobre el hombre. Pero hay que dejar claro que cuando hablamos de violencia de género nos estamos refiriendo a la que ejerce el hombre sobre la mujer debido al machismo.

A pesar de que la situación actual de crisis generada por el COVID-19 ha provocado un aumento preocupante de distintos tipos de violencia hacia los menoresdentro del hogar, en este artículo nos vamos a centrar en los efectos de la violencia machista en los hijos e hijas.

La Organización Mundial de la Salud, advierte que “a medida que se adoptan medidas de distanciamiento y se alienta a las personas a quedarse en casa, es probable que aumente el riesgo de violencia de pareja (Infocop, junio 2020).

Existen diversos factores que explican este aumento:

– la crisis económica y los problemas laborales, la situación de confinamiento o restricción de movilidad aumenta el estrés y la probabilidad de que las mujeres víctimas de violencia machista y sus hijos estén expuestos a situaciones abusivas.

– se reduce el contacto con familiares y amigos que pueden brindar apoyo y protección contra la violencia

– el cierre de centros educativos incrementa la carga familiar e incrementa las situaciones de estrés, a la vez que dificulta el contacto del menor con personas del ámbito educativo que pueden detectar los abusos y proporcionar protección a los niños y niñas.

– las restricciones debidas a la situación de pandemia reducen el acceso a servicios, ayuda y apoyo psicológico y social, facilitando que el abusador pueda ejercer control sobre sus parejas.

Para muchas mujeres afectadas por violencia machista el confinamiento y el hecho de estar encerradas con el agresor ha dificultado las posibilidades de pedir ayuda. Por ello es muy importante la colaboración de vecinos y personas cercanas a las víctimas, así como la colaboración de comercios a los que pueden acudir para pedir ayuda si pueden salir solas de casa.

LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA INFANCIA

La violencia de género hace referencia a la violencia que ejerce el hombre hacia la mujer por el hecho de ser mujer, ya que es considerada como inferior, carente de los derechos de libertad, respeto y capacidad de decisión. Incluye tanto el maltrato físico, como el psíquico o sexualque recibe la mujer por parte del hombre con el que mantiene una relación íntima.

El machismo es un problema social que se sustenta en un modelo patriarcal que legitima el poder y la dominación del hombre hacia la mujer y los hijos. Además, históricamente la familia se consideraba como algo situado fuera del control social por lo que el hombre podría ejercer su poder sin tener ningún tipo de responsabilidad legal o social.

Los hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia machista también van a ser víctimas de este tipo de violencia. Incluso en el caso de que los padres pueden intentar esconder el problema es muy difícil que los hijos queden al margen de esta situación.

Los niños y niñas son víctimas de la violencia de género tanto si son testigos del maltrato hacia su madre, como si ellos mismos reciben un trato violento ya sea física o psicológicamente.

Se trata de niños y niñas que viven en un ambiente de violencia y ello tendrá efectos psicológicos importantes a corto y largo plazo, con presencia de problemas y trastornos parecidos a los que presentan sus madres como víctimas de la violencia ejercida en el núcleo familiar.

Además al estar en fase de crecimiento y desarrollo, interiorizan un modelo de relación basado en la violencia lo que les lleva a aprender unos patrones de comportamiento violentos que afectará a su forma de relacionarse con los demás.

Según Laura Fátima Asensi (2007): algunos autores llegan a la conclusión de que los menores expuestos a violencia hacia su madre desarrollarán unas creencias y valores asociados a la violencia de género, tales como:

1- el hombre es el que manda en la familia, todos los demás deben obedecerle

2- las mujeres son inferiores al hombre y no tienen los mismos derechos

3- si un hombre golpea a una mujer es porque se lo merece o porque ella lo provoca

4- el pegar a las mujeres es normal, es frecuente y no tiene repercusiones

5- si quieres que te respeten tienes que ser violento.

No tienen opción de aprender estrategias más adecuadas de relación interpersonal, de solución de conflictos, flexibilidad, diálogo o respeto.

La agresión ocurre entre sus figuras de referencia principales: el padre y la madre y ello tiene un impacto muy fuerte en el menor que va a interiorizar los roles de maltratador o maltratada, según se identifique con el padre o la madre.

CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA INFANCIA

El impacto que tiene la violencia machista en los hijos/hijas va a depender de diferentes factores como la edad, el género, el tipo, severidad y tiempo de exposición a la violencia, el contexto familiar, el apoyo o la protección recibido por la figura materna o el entorno del menor, la personalidad y la acumulación de otros factores estresantes.

  • Las consecuencias de la violencia van a tener un impacto en diferentes aspectos:

Nivel físico:

– efectos directos de la violencia física sobre el/la menor

– retraso en el crecimiento

– alteraciones el sueño y en la alimentación

– regresiones

– menos habilidades motoras

– síntomas psicosomáticos: problemas digestivos, eczemas, dolores de cabeza

Nivel emocional:

-ansiedad

-ira

-irritabilidad

-inestabilidad emocional, cambios repentinos de humor

-depresión

-aislamiento

-baja autoestima

estrés post-traumático

Nivel cognitivo:

– retraso en el lenguaje

– problemas de concentración y atención

-retraso del desarrollo

-fracaso escolar

Problemas de conducta:

-agresión

-crueldad con animales

-rabietas

-inmadurez

-deshinibición

-déficit de atención-hiperactividad

– adicciones

Dificultades en la socialización:

-escasas habilidades sociales

-introspección o retraimiento

-rechazo

-falta de empatía/ agresividad / conductas desafiantes

 

Además, según Espinosa Baya, (citado en Ordóñez Fernández, María del Prado, & González Sánchez, Patricio, 2012) existen una serie de consecuencias de la exposición indirecta a situaciones de violencia intrafamiliar:

incapacidad de las madres parar atender las necesidades básicas de los niños y niñas, por la situación física y emocional en la que se encuentran, lo que puede generar situaciones de negligencia y abandono.

incapacidad del agresor para establecer una relación cálida y afectuosa cercana con sus hijos e hijas, lo que puede generar serios problemas de vinculación afectiva y de relaciones de apego.

IMPACTO SEGÚN LAS DIFERENTES ETAPAS DEL DESARROLLO INFANTIL

Finkelhor (citado en Ordóñez Fernández, María del Prado, & González Sánchez, Patricio, 2012) diferencia la respuesta a la victimización según las diferentes etapas evolutivas del desarrollo infantil:

-Embarazo: si la madre sufre malos tratos físicos o psicológicos las consecuencias pueden ser: parto prematuro, bajo peso al nacer, mortalidad perinatal, menor seguimiento en el embarazo, mayor grado de interrupciones no voluntarias del mismo, menor participación y preparación para el parto. Mayor consumo de alcohol y ansiolíticos.

-Primera infancia: falta o desorganización en el apego. Trastornos de relación con los iguales. Retraimiento y problemas cognitivos. Percibir el miedo y la ansiedad de la madre genera desconfianza. Sus necesidades pueden ser ignoradas, presentando síntomas de abandono emocional. A esta edad es difícil diferenciar entre fantasía y realidad, pudiendo llegar a creer que ellos son la razón del conflicto, apareciendo sentimientos de culpa, ansiedad e inutilidad. En esta etapa principalmente aparecen sentimientos desamparo e impotencia, miedo, ansiedad, inseguridad, tristeza, aislamiento, regresión y negación.

Infancia media: problemas en el desarrollo socio-emocional. Dificultades de comprensión y asimilación de los problemas que se expresan con síntomas de ansiedad, depresión y fantasías. A medida que el niño o la niña crecen pueden presentar alianzas con uno de los progenitores, culpabilizando al otro, lo que sienta las bases de la identificación de roles.

Pre-adolescencia: frustración y desamparo que generan comportamientos violentos o antisociales y mala conducta escolar. Pueden ser provocadores/as y agresivos/as o evitar las relaciones, según se identifiquen con el agresor o la víctima. También pueden aparecer posiciones prematuramente adultas de protección a sus madres y/o hermanos/as.

Adolescencia: es una época en la que se abordan temáticas propias del ámbito de la personalidad, como la identidad personal, el rol sexual, competencias personales, planes de futuro, intereses, valores, etc., por lo que la vivencia del maltrato a su madre puede suponer un punto importante de desequilibrio en su desarrollo integral. Los síntomas más frecuentes en esta etapa están relacionados con actitudes de responsabilidad excesiva, la adquisición de un papel protector activo, pudiendo interponerse entre la madre y su agresor, llegando a recibir los mismos golpes. También aparecen problemas de autoestima, ansiedad, depresión y problemas académicos. Pueden evadirse mediante conductas adictivas y ocasionalmente presentar frialdad e indiferencia.

A pesar de que no todos los niños y niñas van a presentar los mismos síntomas y no necesariamente van a presentar síntomas clínicamente significativos es muy importante poder detectar estos casos lo antes posible, por lo que será clave contar con el apoyo de diferentes personas del entorno del niño o la niña, como familiares, vecinos, profesores, etc.

Además un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la violencia sucede durante la convivencia pero también tras la separación, lo que convierte a los hijos e hijas de los maltratadores en personas especialmente vulnerables, sobretodo cuando el régimen de visitas permite el contacto o la convivencia con el maltratador. Esto es especialmente preocupante en tiempos de coronavirus.

Teniendo en cuenta el enorme problema que supone sufrir violencia por parte de un progenitor, dada la posibilidad de presentar sentimientos contradictorios de amor y odio lo que genera una enorme confusión en el menor. Además la situación de dependencia y miedo va a propiciar que el problema sea silenciado e incluso negado por la madre o los hijos/as, que además suelen presentar una baja autoestima, sentimientos de inseguridad, de incapacidad, incluso de culpa ante la manipulación del maltratador. Todo ello va a dificultar enormemente la detección o intervención del problema.

En el centro de Psicología Canvis de Barcelona, nuestro equipo de psicólogos/as te puede proporcionar apoyo y asesoramiento. En un primer momento es importante poder escuchar de forma empática, sin juzgar, evaluar las principales necesidades, preocupaciones y miedo, validar las experiencias y sentimientos experimentados y sobretodo establecer un plan de seguridad, facilitando la conexión con los servicios sociales de apoyo existentes en estos casos.

Bibliografía:

-Asensi, L. F. (2007, 16 de enero). Violencia de género: consecuencias en los hijos. Revista PsicologiaCientifica.com, 9(4). Disponible en: http://www.psicologiacientifica.com/violencia-familiar

– Infocop, 04/06/2020. La OMS alerta de un incremento de la violencia contra las mujeres y sus hijos/as durante la pandemia por COVID-19

-Ordóñez Fernández, María del Prado, & González Sánchez, Patricio. (2012). Las víctimas invisibles de la Violencia de Género. Revista Clínica de Medicina de Familia, 5(1), 30-36. https://dx.doi.org/10.4321/S1699-695X2012000100006