El embarazo: duelo en la pareja por la interrupción en la gestación

Tener un hijo es una decisión que viene rodeada de ilusiones y esperanzas que la pareja o la persona, ha ido construyendo en torno a la idea de crear su propia familia. ¿Pero qué ocurre cuando este deseo se ve truncado por alguna dificultad durante el embarazo o durante el parto? Ese encuentro con una realidad no esperada representa un gran shock para el que nunca se está preparado. En este artículo haremos un breve repaso por los periodos ligados al inicio de la maternidad y por las dificultades que pueden ocurrir, para finalmente ver cómo se puede afrontar una pérdida, ya sea real o del ideal que se esperaba, durante esta etapa y cómo trabajarla en terapia psicológica.

La maternidad

La maternidad representa una amplia etapa que se inicia desde que la pareja o la persona, de manera independiente, decide comenzar el proceso para dar vida a un nuevo miembro de esa familia que ha decidido crear. Más tarde, y cuando el embarazo se produce, ya desde un inicio empezarán a suceder una serie de acontecimientos y cambios físicos y emocionales que iniciarán el desarrollo de la identidad materna. Estos cambios, asociados a la idea del bebé que va creciendo dentro de su cuerpo, hacen cómplice a la pareja, quien irá construyendo su nuevo rol de padre de esa criatura que está por llegar. La ilusión de un proceso compartido como este, desencadenará una serie de fantasías e ilusiones conjuntas ligadas a un futuro próximo.

Aún y así, la maternidad no está exenta de situaciones de dificultad y de vulnerabilidad. Algunas de estas dificultades más concretas podrían ser las siguientes:

  • Planteamiento real acerca de querer tener un hijo o no: especialmente en padres primerizos, es normal que surjan dudas. El nacimiento de un hijo implicará una serie de cambios en la vida de ambos que originarán un antes y un después. Deberán comenzar un proceso de adaptación ante la nueva situación que se les plantea.
  • Infertilidad o dificultades para concebir: cuando pensamos en tener un hijo no nos planteamos que puedan surgir dificultades para concebirlo. En este aspecto, el tiempo acaba siendo un elemento de fuertes frustraciones que puede jugar a la contra de la concepción del bebé y de la relación de pareja. Es frecuente también que aparezcan sentimientos de culpabilidad o de reproche ante la dificultad.
  • Afrontar un embarazo no deseado: el embarazo no es siempre una situación buscada y pensada, sino que puede presentarse también de un modo inesperado. En este caso, la controversia se centrará en seguir o no adelante con el embarazo, atendiendo a las dificultades que puedan surgir posteriormente en ambos casos.
  • Miedo al parto: a medida que avanza el embarazo, es frecuente que surja ansiedad, temor y estrés ante la intranquilidad que produce el no saber cómo irá el parto.
  • Parto traumático o con complicaciones: genera una situación de estrés en la que puede llegar a temerse por la vida de la madre y/o del bebé. Este hecho puede originar un trastorno de estrés postraumático que será necesario trabajar para mejorar el desarrollo del vínculo entre la madre y el bebé.
  • Depresión postparto: generalmente el nacimiento del bebé suele ir vinculado a sensaciones de felicidad y satisfacción, pero en algunas ocasiones puede verse una expresión totalmente contraria de tristeza, depresión, ansiedad e infelicidad materna. Si esto se prolonga en el tiempo, es importante descartar una depresión postparto para poder trabajarla lo antes posible.
  • Problemas con la lactancia: la lactancia materna es una etapa muy controvertida socialmente. En los últimos años, muchos han sido los comentarios y opiniones asociados a ésta. Tanto es así, que las futuras madres pueden sentir miedo, ansiedad o desconcierto ante su decisión como posibles lactantes.
  • Pérdida del bebé o aborto: la pérdida del bebé es una situación muy complicada que suele ir acompañada de miedo, tristeza o ansiedad, además de culpa o ira. La madre y la pareja, deberán afrontar esta situación tan dolorosa de manera inesperada y precipitada. Aun tratándose de un bebé no nacido, la pérdida simboliza un hecho real para el que será necesario realizar un proceso de duelo.

El embarazo: primeras pruebas y seguimiento

Durante el embarazo, los niveles hormonales y los cambios corporales favorecen la aparición de desajustes emocionales y psicológicos que pueden prologarse más allá del embarazo. Hablamos de desajustes como los siguientes:

  • Disminución del estado de ánimo
  • Pérdida de interés en actividades agradables
  • Problemas de sueño
  • Cansancio o agotamiento físico
  • Irritabilidad
  • Aparición de trastornos psicomotores como la agitación o la ralentización
  • Sentimientos de culpabilidad o inutilidad
  • Ansiedad, estrés y preocupación constante por el bebé
  • Pensamientos intrusivos sobre la posibilidad de dañarse a sí misma o al bebé
  • Evitación del bebé

Además, durante el embarazo la madre va a tener que someterse a diversos controles y pruebas médicas que irán supervisando el correcto desarrollo del bebé. Estas pruebas estarán divididas en los diferentes trimestres del embarazo. Algunas de ellas, permitirán descartar posibles defectos congénitos o malformaciones en el feto. Asimismo, pruebas como la amniocentesis pueden ser una elección de la madre que suele comportar miedos y ansiedades ante posibles efectos secundarios de la propia prueba.

Por lo tanto, las fragilidades vividas durante el embarazo son el resultado tanto de los cambios físicos y psicológicos, como del proceso médico de embarazo y las posibles consecuencias de éste. Averiguar que el desarrollo del bebé no se está produciendo según lo previsto, o no saber si algo de esto está ocurriendo por miedo a realizarse pruebas que puedan dañarlo, originan situaciones de alto estrés emocional en la madre y en la pareja.

Cuando aparecen las complicaciones

Desde el inicio del embarazo, y a veces incluso antes, la madre y/o padre empezarán a soñar y a proyectar un futuro sobre la idea de ese hijo que va a nacer. Un futuro cargado de planes, ilusiones y esperanzas ante lo que está por llegar. Por ello, una de las mayores preocupaciones durante el embarazo es que el bebé esté teniendo un desarrollo sano y normal que permita su nacimiento. Sin embargo, en algunas situaciones los padres tendrán que afrontar noticias inesperadas que pueden suponer la ruptura de ese ideal imaginado.

  • Diagnóstico de diversidad funcional o alteración congénita

Un diagnóstico de diversidad funcional o de alteración congénita supone un gran trauma para la madre y/o el padre. Si este diagnóstico se produce durante un tiempo prudencial en el embarazo, la pareja o la persona deberá tomar la decisión de seguir adelante con el embarazo o, por el contrario, interrumpirlo. Ambas decisiones supondrán una pérdida real del hijo que esperaban.

Si la decisión es seguir adelante con el embarazo, la pareja tendrá que afrontar una pérdida de ese ideal de hijo que ocupaba sus mayores ilusiones. Es necesario entenderlo como una pérdida, para poder aceptarlo y más tarde, adaptarse a la nueva situación que está por llegar. Situación que vendrá acompañada de fuertes miedos y ansiedades ante la incertidumbre que conlleva el futuro de ese hijo.

Otra situación muy similar a esta, ocurre cuando el embarazo ha ido bien, pero finalmente en el nacimiento se descubre que algo no ha ido según lo previsto, ya sea por dificultades durante el parto o por alteraciones genéticas que no han sido vistas en las pruebas diagnósticas anteriores. En estos casos, la pareja deberá afrontar la pérdida del ideal, renunciar a ese hijo soñado, como en el caso anterior, para dar pie a un proceso de adaptación hacia la situación actual. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que este proceso de pérdida va a ser vivido cuando el bebé nacido ya esté con la pareja, hecho que puede acarrear un mayor sentimiento de culpabilidad o rechazo hacía sí mismos, o hacia el bebé.

Por otro lado, si la decisión se centra en interrumpir el embarazo a tiempo, el proceso de pérdida es el mismo, pero habrá que estar muy pendientes ante los sentimientos de culpabilidad o ira hacia sí mismos. En otras palabras, una decisión tan compleja como esta puede causar heridas que fácilmente se enquisten y produzcan miedos y malestares entre la pareja y ante la idea de volver a intentar ser padres en un futuro próximo.

 

  • Diagnóstico de muerte perinatal o neonatal

La OMS diferencia entre muerte gestacional temprana (hasta la semana 21 de gestación), muerte perinatal (de la semana 22 a los 7 primeros días de vida) y muerte neonatal (entre los 7 y los 28 primeros días de vida). Pero lo cierto es que, ante la pérdida del bebé, su tiempo de vida no va a simbolizar grandes cambios para la pareja o la persona, en la manera de aceptar la muerte.

Es decir, en un momento como este, no importa tanto el tiempo en el que ese bebé ha estado gestando en el vientre materno, como lo que representa la pérdida en sí misma. Como se ha comentado, el sentimiento de maternidad y/o paternidad puede surgir incluso antes del embarazo, de modo que el sentimiento de pérdida puede llegar a ser igual de intenso independientemente del momento en el que se produzca la muerte.

Un problema añadido a este tipo de pérdidas es la incomprensión social. El hecho de que el bebé haya muerto antes incluso de nacer, genera sentimientos de incomprensión hacia la pérdida de la pareja. Es más, podríamos incluso mencionar algunas frases socialmente vistas en este tipo de situaciones:

  • Piensa que aún no había nacido
  • Para estar enfermo, mejor así
  • Aún eres joven, ya tendrás otro
  • Piensa en tus otros hijos
  • Aún no era una persona
  • Todo ocurre por algo
  • Mejor ahora que más adelante

Esta incomprensión social puede fácilmente precipitar situaciones de duelos negados, silenciados o incomprendidos, hechos que pueden simbolizar serias complicaciones en el propio proceso de duelo.

El nacimiento

El nacimiento es uno de los momentos más esperados durante el embarazo. Sin embargo, en situaciones de diagnóstico complicado puede simbolizar un momento traumático para la pareja. Los equipos médicos adicionales en la sala de partos, la actuación con rapidez por parte de éstos, y los cuidados específicos en ese momento inicial, pueden generar una sensación de intenso malestar ante la separación del bebé y la madre.

Del mismo modo, los partos que se complican a última hora por la aparición de dificultades en el bebé que no habían sido previstas, pueden llegar a ser muy traumáticos. La madre ve como la sala de partos o el quirófano se empieza a llegar de médicos especialistas que actúan con rapidez, distanciándola de su bebé recién nacido sin saber muy bien el porqué, ya que muchas veces la velocidad apremia en estos momentos y los médicos no tienen tiempo para explicarle debidamente a la madre lo que está ocurriendo.

Casos como estos, originan momentos traumáticos asociados al nacimiento que pueden marcar un antes y un después en el vínculo entre madre y/o padre, y el hijo.

La pérdida

Cuando la pérdida se produce, ya sea una pérdida real o una pérdida del ideal, la pareja o la persona va a pasar un proceso de duelo muy similar. Se trata de un proceso complejo que tendrá la finalidad de acabar aceptando la situación ocurrida para poder continuar con su vida, aunque de un modo distinto.

En el caso de tener un hijo con diagnóstico complicado el duelo de la pareja se centrará principalmente en tres etapas diferentes.

  • Negación: van a tratar de realizar más pruebas diagnósticas que demuestren lo contrario, o buscarán opiniones de otros expertos para tratar de asegurarse de que el diagnóstico es erróneo.
  • Ira: en este momento aparecerán pensamientos de rabia y culpabilidad, ¿Por qué a mí? Me he cuidado mucho durante el embarazo, no lo entiendo…
  • Aceptación: llegará un momento en el que se produzca un ajuste entre el sentimiento de pérdida emocional y las expectativas ante la nueva situación.

En caso de muerte gestacional o neonatal, las fases previstas en el duelo serán las mismas que en cualquier otro tipo de pérdidas: shock, negación, rabia/ira o enfado, tristeza/depresión y aceptación.

Ayuda psicológica

La intervención psicológica está altamente recomendada para acompañar todas las etapas que comporta la maternidad y/o paternidad. Representará una ayuda ante la prevención de problemas emocionales, el cuidado y el soporte de la pareja o la persona, además del diagnóstico y la intervención en la madre o la pareja a lo largo de la maternidad y/o paternidad, contemplando tanto la concepción, como el nacimiento y la crianza del hijo.

Lo mismo ocurre en momentos de vulnerabilidad específica ante noticias inesperadas. La intervención psicológica será de gran ayuda para afrontar la nueva realidad, reconocer al bebé como hijo (independientemente de la discapacidad que pueda tener), centrarse en el día a día, volver a recuperar las rutinas diarias, cuidar las relaciones emocionales importantes como la pareja, la familia y los amigos, así como cuidarse a uno mismo, permitiéndose un tiempo para hacerse cargo de su dolor emocional.

La terapia de pareja también puede ser de gran ayuda en estos momentos de fragilidad emocional en los que ambos miembros de la pareja necesitan entenderse y comprenderse el uno al otro, para poder apoyarse mutuamente.

En el centro de psicología Canvis de Barcelona, podrás trabajar todos estos aspectos  con la ayuda del psicólogo, ya sea de manera individualizada, en pareja o incluso en forma de talleres grupales con una temática específica como el duelo.