La muerte es especialmente difícil no solo porque duela, sino porque destruye y desorganiza el mundo personal. La muerte de una persona querida provoca un inmenso estrés y un agotamiento físico y emocional. Este proceso conocido como duelo permite que la persona pueda despedirse interiormente de esa persona ausente, acepte la dicha pérdida y se adapte y restablezca su nueva vida. Por tanto, es una respuesta necesaria para superar emocionalmente una pérdida importante, y, rehacer la vida tras esa pérdida. Por tanto, estas reacciones, en un primer momento, son consideradas como normales entre las personas que lo sufren.
Entonces ¿Qué es el duelo? ¿y cómo se manifiesta?
En la sociedad actual, La esperanza de vida es cada vez mayor favoreciendo que las personas mayores deban afrontar un duro proceso de duelo tras la muerte de su pareja u otros familiares cercanos con los que ha compartido muchos recuerdos y vivencias.
Cuando hablamos de duelo nos referimos a una reacción psicológica que se produce ante la pérdida de un ser querido que se manifiesta a través de un conjunto de respuestas emocionales, fisiológicas, cognitivas y conductuales. Entre dichas respuestas podemos citar las siguientes: culpa, ansiedad o pensamientos distorsionados, idealización de la persona fallecida, sentimientos de angustia, temor injustificado, trastornos del sueño, aislamiento social, apatía o falta de apetito.
Así mismo se ha caracterizado al duelo por unas series de fases según Bowlby que son: fase embotamiento, fase de búsqueda y anhelo de la persona perdida, fase de desorganización, desesperanza, y organización, y, fase de mayor o menor reorganización. A pesar de ello, no todos pasan por las mismas, ni durante el mismo tiempo, y, depende persona a persona.
Por tanto ¿qué elementos pueden determinar la elaboración de un duelo?
La reacción de pérdida de un ser querido cambia de unas personas a otras pero también varía según la edad y las propias circunstancias que rodean a la muerte. Según Montayo (2020) podemos identificar las diferencias en las respuestas que tienen las personas en función de diferentes elementos:
- Nivel de Apego, intensidad y calidad de la relación con el ser querido fallecido.
- Características de la muerte, es decir, si es súbita o “anunciada”.
- La personalidad debido a que cada persona tiene unos miedos y formas de reaccionar diferentes.
- La participación en el cuidado del paciente si el fallecido pasó por un proceso de enfermedad, y, duración de esta.
- La cantidad y calidad de recursos internos y externos. Es decir, su personalidad, conocimientos adquiridos, las experiencias previas con la muerte, el bagaje cultural, y, de manera externa, las ayudas que viene de otros grupos o entidades.
- Nivel de comunicación relacionado con la capacidad de expresar dolor tras la muerte.
- Crisis concurrentes de las anteriores.
- El rol de fallecido dentro de la familia, amigos y trabajo que puede estar determinado por la cultura.
- Concepto de muerte según cada cultura o creencias.
- Existen dos aspectos: la edad de la persona con duelo que puede estar relacionada directamente con los prejuicios, el conocimiento adquirido y estrategias para afrontarlo. Y, por último, duración de la relación pues mientras más largas más recuerdos y más objetivos cumplidos mientras que más corta la situación es la contraria.
- La existencia de pérdidas secundarias:
Por ejemplo, en niños la pérdida no solo es la figura de su padre, sino también de su compañero de juegos por lo tanto las pérdidas secundarias si son muchas, el duelo podría cambiar modificando su manifestación. Cuando se convive muchos años con una persona se llega a tal grado de intimidad que no saberse qué es uno de y qué era del otro. Así cuando el ser querido fallece, se puede entender al superviviente cuando afirma que ha perdido una parte esencial de él mismo, que se siente vacío o hueco, extraño o irreal.
Pero ¿que hemos de tener en cuenta cuando el duelo es de una persona mayor?
La vejez es una etapa caracterizada por la acumulación de pérdidas tanto internas como externas, pero, la viudedad, añade otras características como pueden ser:
- El aumento de la soledad
- La dependencia y necesidad de figuras de apoyo
- Sensación de desamparo
- La acumulación de duelos de otros parientes y amigos de la misma generación, sobre todo en edades más tardías, que pueden hacer que el anciano se desligue de parte de su pasado compartido, o si es su hijo, que agrave el mismo debido a que “no es ley de vida”.
A este hecho se le añade, uno más importante y mediatizado por cuestiones de edad, y, es que las generaciones actuales de personas mayores se les enseñó la no expresión de sus emociones como signo de fortaleza por lo que tienden a no pedir ayuda, y, aún menos acudir a un psicólogo. Se observa que estos cuidados, no están dentro del cuidado general de una persona mayor como puede ser su salud física. Por todo ello, el hecho de no expresarlas y mantenerlas ocultas puede complicar la elaboración de las emociones y conducir, entre otros factores, a lo que se conoce como duelo complicado. A pesar de ello, la mayoría de las personas mayores, a nivel clínico, no manifiestan un duelo patológico pues los mecanismos adaptativos, elaborador durante toda su vida, favorecen cierta acomodación tras en impacto inicial.
Además, como se ha dicho antes, la elaboración del mismo, va a estar mediatizada tanto por las circunstancias externas, el estado de salud de la persona, la larga trayectoria del vínculo entre ambos cónyuges, el medio que le rodea(hostil o facilitador), red de apoyo así como los intereses previos de la persona.
¿Qué se considera un duelo complicado?
El duelo complicado en la vejez hace referencia al alargamiento en el tiempo de este relacionado con la pérdida que puede suponer la pareja, conllevando la renuncia de la propia ilusión hacia el futuro, la vida y su proyecto de vida. Las manifestaciones que pueden observarse en personas mayores son: la tristeza, la ansiedad, sensación de descontrol y desorientación vital. También puede aparecer sentimientos de culpa y se reaviva el sentimiento de soledad propia de la etapa.
Concretamente, si se mantuvieran en el tiempo (más de dos años), pasarían a convertirse en patológicas, es decir, darían lugar la aparición de trastornos psicológicos y/o somáticos típicos de lo que se conoce como duelo complicado:
- En el caso de los ancianos/as, los síntomas característicos propios del duelo pueden ser más duraderos y persistentes, aumentando el riesgo de morir durante primer año que sigue a la pérdida.
- Sin embargo, es importante matizar que las personas mayores han vivido muchos años y han acumulado muchas experiencias que les puede permitir elaborar y afrontar un duelo con mayor serenidad debido a que, al vivir muchas pérdidas, establecen, con mayor probabilidad, mayor tolerancia a la muerte que el resto de los grupos de edad.
- Aun así, el duelo del fallecimiento del cónyuge es uno de los que más impacto ocasionan en las personas mayores, sobre todo si la unión y los lazos emocionales con el fallecido/a era muy intensos/as y de larga duración.
- La consecuencia será mayor tristeza por el futuro y cuestionamiento acerca del sentido de vida actual que suelen ir acompañados de una serie de sentimientos desagradables como la negación, angustia, miedo, la incertidumbre, la tristeza prolongada, aislamiento, falta de cuidados, aislamiento social, soledad, o confusión que variarán en función de las características individuales de las persona mayor y de la etapa de vejez en la que se encuentre(Se ha de tener en cuenta que cronológicamente podría comenzar desde la jubilación hasta la muerte, pudiendo abarcar hasta más de 30 años)
Recomendaciones para afrontar un duelo en la persona mayor
En este sentido, es muy importante llevar a cabo una serie de recomendaciones que permitan que favorezcamos al mayor elaborar de la mejor manera posible ese malestar y profundo dolor producido por la pérdida.
- Respetar las necesidades y ritmos de la persona mayor a la hora de elaborar
- Su dolor debido a que las personas mayores han pasado por varias pérdidas de seres queridos
- Hemos de realizar esfuerzos por escucharle y comprender que pueden expresar sus sentimientos.
- Pasar tiempo con ellos realizando actividades que sean de su agrado sobretodo porque los sentimientos de soledad, como hemos visto, pueden ser característicos de esta edad.
- Dar la ayuda necesaria pues existe factores que pueden aumentar el riesgo de enfermar
- Evitar la sobreprotección pues suele darse, en este tipo de casos, la tendencia general de infantilizar al anciano e infravalorar sus propias capacidades y recursos para afrontar y elaborar el duelo, sobretodo, la viudez. La consecuencia más directa es una sobreprotección de esta, negándole la puesta en marcha de sus propios recursos, y, en casos extremos, la anulación de este.
- Aumentar la motivación de los mayores a realizar actividades agradables que le mantenga activo y con interés (intentar practicar ejercicio, mantener relaciones sociales y familiares, acudir a eventos…) para contrarrestar el aislamiento social.
Si los síntomas de duelo se alargan o se manifiestan de manera exacerbada es recomendable acudir a un profesional. En Canvis tenemos un equipo de profesionales especializados que pueden ayudar o ayudaros en este proceso de duelo trabajando sus emociones, y, acompañándolos en este difícil.
Psicóloga Inmaculada Prieto Sánchez
Licenciatura en Psicología en la Universidad de Salamanca
Nº de colegiada: 27361
Máster en Gerontología. Centro Universitario Santa Ana
Máster en Psicología General Sanitaria. UNIR
Experiencia con víctimas de violencia de género