En psicología definimos como diálogo interno a aquellas conversaciones que tenemos con nosotros mismos en nuestro interior. Estas conversaciones influyen mucho en nuestras acciones y en nuestros sentimientos. El diálogo interno el resultado de nuestras experiencias en la infancia, sobre todo en la edad más temprana, que configurarán nuestro carácter. De modo que surge como un mecanismo de defensa y de protección ante lo que vivimos en la infancia y produjo dolor. Nos ayudó a sobrellevar las heridas y a sobrevivir para seguir creciendo en un entorno del que no podíamos escapar. En función de la relación que mantuvimos con nuestros cuidadores (padres, abuelos, maestros) vamos formando creencias sobre nosotros mismos y sobre la realidad.
¿POR QUÉ SURGE EL DIÁLOGO INTERNO?
El diálogo interno es adaptativo. Surge de situaciones en las que el niño o la niña se ha visto desatendido en sus necesidades, es decir, al no haber sido cubiertas las necesidades básicas (ser visto, sentirse escuchado, amado, valorado y acogido, entre otras) en la niñez. Son carencias ante las que iniciamos un diálogo interno para justificar lo que estaba pasando. Cuando somos niños no podemos aceptar el dolor que nos pueden generar, y para gestionarlo o bien nos culpamos por lo que sucede o negamos el dolor fingiendo que somos felices. En ambos casos no se está conectado con la experiencia presente. Como dice Jorge Bucay, este dolor lo depositamos en unos barriles que escondemos bajo el agua para que nadie los vea y dedicamos la mayor parte de nuestra energía a que no suban a la superficie y a que sigan ocultos.
EL DIÁLOGO INTERNO COMO RASGO
El diálogo interno va surgiendo y perfeccionándose a lo largo de los años, en función de cómo sea nuestra personalidad y las vivencias experimentadas. De modo que está en un proceso constructivo constante. Aun así, suele ser relativamente estable y también cambia según el momento vital en el que nos encontremos o nuestro grado de satisfacción vital.
Lo ideal es que nuestro diálogo interno reconociera que, por ejemplo, estamos pasando un mal momento, y se adaptara a hablarnos de una forma más paciente, positiva o motivadora. Sin embargo, en estos momentos, lejos de aparecer la compasión, lo que aparecería es una fuerte voz crítica que podría llegar a anularnos. Es por eso, que nuestro diálogo interno puede generarnos mucho malestar en determinados momentos.
TIPOS DE DIÁLOGO INTERNO
El diálogo interno es el síntoma más claro de nuestra neurosis, que toma distintas formas según el carácter. Existen diferentes tipos de diálogo interno:
- Diálogos de exigencia. Hay personas que se hablan de manera moralista y exigente, necesitando que todo se ajuste a unas reglas de perfección y, cuando no es así, la reacción es airada y de acusación.
- Diálogos de crítica. Es propio de las personas que, cuando algo sucede, el diálogo se vuelve siempre contra ellos y, en lugar de criticar o repartir las responsabilidades, se autoculpan de todo, sienten que no valen nada, que son un desastre, que no merecen respeto, se maltratan a sí mismas, se creen que son tontas o que tienen una tara imborrable, etc.
- Diálogos que culpan a los otros. Hay personas que para evitar el dolor tienen un diálogo interno que atribuye siempre la responsabilidad a algún factor externo causante de su malestar. Sienten que ellos son estupendos y que los demás no son capaces de verlo.
- Diálogos defensivos. Las hay también cuyo diálogo es básicamente defensivo, porque los demás representan una amenaza, y así les agreden mientras se dicen que se están defendiendo.
- Diálogos conciliadores. También hay quienes tienen un diálogo en el cual siempre sienten que no pasa nada, que no va con ellos, y que buscan todo el rato la conciliación sin tenerse en cuenta a sí mismos.
¿CÓMO SE REFLEJAN LOS DIÁLOGOS INTERNOS EN EL CUERPO?
Todos estos tipos de diálogo interno tienen su reflejo corporal: una posición de defensa sacando pecho mientras se anda, para no mostrar debilidad, o bajando la cabeza y encogiéndose, cuando uno se dice que no tiene valor.
Los diálogos crean emociones internas que fijan el cuerpo en una posición concreta, no permitiendo tener adaptabilidad ni flexibilidad. Por ello tenemos las mismas reacciones una y otra vez. Esto es a lo que llamamos neurosis, porque este diálogo interno nos resta libertad de acción, tanto interiormente como exteriormente.
¿CÓMO PODEMOS cambiar ESTA DINÁMICA?
Esta dinámica nos limita, nos desgasta, no nos deja expresar nuestra espontaneidad ni desarrollar nuestras potencialidades. ¿Cómo podríamos recuperar estos barriles escondidos y no dedicar tanto esfuerzo a ocultarnos para no entrar en nuestro dolor original?
- Para empezar, es necesario un entorno seguro que nos permita acceder al contenido doloroso que escondimos en estos barriles.
- En segundo lugar, convendría darnos cuenta de que, en el contexto actual, seguramente ya no necesitamos estas partes ni la función que cumplían. Ya no somos los niños desprotegidos que éramos.
- Integrar ese dolor en nuestro interior es la condición necesaria para eliminar el diálogo interno, que ya no necesitamos como protección. Se trata de llevar a cabo una unión de nuestras partes negadas y acogerlas sintiendo compasión por ellas y amor. Aceptándolas.
¿CÓMO RECONCILIAR LAS PARTES DE UNO MISMO?
Identificar el diálogo interno. Estamos en él cuando los pensamientos son intensos, repetitivos y sin salida. Cuando la mente ocupa tanto espacio que no podemos contactar con la realidad.
- La aceptación. Tras darse cuenta de que estamos en un diálogo interno, debemos aceptar la situación y darnos cuenta de que estamos poseídos por él, algo que habitualmente se caracteriza por sensaciones y emociones como agobio, parálisis, cansancio, ansiedad, etc. También es probable que surja algún dolor corporal de baja de intensidad y conocido. Conviene llevar la atención hacia él e imaginar qué es lo que diría si pudiera hablar. Dejar que se exprese con palabras o con un movimiento que salga del cuerpo y no desde lo mental lo liberará.
- Cuando nuestro diálogo interno está basado en la crítica y el juicio, en la competencia en lugar de la compasión, en lugar de la cooperación y el respeto, estos pensamientos nos dañan y nos quitan energía.
- Centrar la atención en el interior. Se trata de poder enfocarse en lo que ocurre dentro de nosotros y atender las sensaciones físicas y, si aparece algún pensamiento, dejarlo pasar para volver a centrar la atención en las sensaciones que estamos teniendo en este momento presente. Simplemente al enfocarnos en ellas, estas cambian.
- Volver al presente. Cuando pongo el foco en lo que oigo, veo, huelo o degusto y voy nombrando continuamente lo que percibo con los sentidos, me coloco totalmente en el momento presente y el diálogo interno desaparece.
- Meditar. La meditación es una herramienta para acallar el diálogo interno centrándonos en la respiración y acallando el ruido mental. Con la práctica continuada podemos conectarnos con partes nuestras que también están en nosotros más allá del diálogo interno y conectarnos con nuestra verdadera naturaleza, que es mucho más amplia que la identificación que tenemos con nuestra mente.
SE RELACIONA CON LA AUTOESTIMA
- La autoestima es un constructo formado por diferentes aspectos, entre los que encontramos el diálogo interno. El cómo me veo, me valoro o me acepto, hará que las cosas que me diga a mí mismo tengan un tono u otro. Además, se retroalimentan. Si mi autoestima es baja, mi diálogo interno empeorará. Si me digo mayoritariamente cosas negativas, mi autoestima seguirá bajando.
- También se relaciona con nuestros estados emocionales. Estados de tristeza, van a generar diálogos internos catastrofistas. O, por ejemplo, estados de rabia, van a generar conversaciones con nosotros mismos donde veamos que todo es injusto. Esos diálogos no calmarán los estados emocionales, sino que podrían llevar a que aumenten y nos bloqueen.
Si crees que necesitas ayuda para trabajar aspectos de ti o de tu vida puedes solicitar una primera sesión informativa en el apartado de “Contacto”. En el centro de psicología sanitaria Canvis de Barcelona realizamos psicoterapia individual. Si tienes cualquier duda, puedes contactar con nosotros. Estaremos encantados de poder ayudarte.
Referencias
Michaels, H. Pensamiento positivo: Detenga el diálogo interno negativo para reducir el estrés.
Medina Guerra, M. C. (2013). Aprendizaje en autoinstrucciones. Jameos: publicación del CEP de Lanzarote.
Moreno, A. M. (2019). Gestión del diálogo interno. In Prevención y tratamiento del síndrome de quemarse por el trabajo (burnout): programa de intervención (pp. 89-102). Pirámide.
Bonaparte, N. (2021). 5 No alimentar el diálogo interior negativo. Qué hacer y qué no hacer, 18.
Psicóloga residente Anna Saheb Vives
Psicóloga colegiada número: 29143
Grado en Psicologia en la Universidad Autónoma de Barcelona
Máster en Psicología General Sanitaria en la UNIR