Todos tenemos en nuestro entorno familias que se han separado. Estas complicadas situaciones son vividas de diferente manera por cada uno de los miembros. El divorcio en sí entre la pareja es un aspecto que también debe ser abordado, pero en este artículo nos centraremos en cómo puede afectar el divorcio a los hijos. Y es que son muchos los prejuicios que existen sobre cómo se supone que viven los hijos el divorcio de sus padres, sobre todo en función de la edad que tengan.
En general, los divorcios son vividos de manera negativa por parte de los hijos. Estos pueden presentar problemas de conducta y/o personales. Estos problemas tienen una variedad de respuesta muy amplia en función de distintos factores que influyen y de la situación de cada divorcio. En este artículo, valoraremos algunos aspectos que pueden aparecer en relación con la edad de los hijos, ya que es una variable a tener bastante en cuenta por como afecta de formas distintas tanto a nivel emocional, académico, etc.
Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Berkeley demostró que el divorcio y su efecto sobre los hijos es duradero. A menudo, los niños y adolescentes sienten la imagen de ese vínculo fallido de los padres como una especie de fracaso sobre sí mismos y sobre la propia sociedad. Así, se puede decir que, en la mayoría de los casos el impacto es negativo, aunque todo depende de la edad de los hijos y de su personalidad.
EL DIVORCIO Y SU EFECTO EN LOS BEBÉS
Normalmente, la mayoría de la gente suele pensar que los bebés no son capaces de percibir ni a sufrir la situación del divorcio de los progenitores. Esta creencia es un mito social, ya que los bebés también pueden desarrollar síntomas derivados del divorcio. Algunas de las consecuencias observables en bebés son:
- Irritabilidad
- Llanto inconsolable
- Berrinches
- Hiperactividad
- Dificultades en el sueño
- Pesadillas
- Rechazo a la comida
- Dolor de barriga
Para poder favorecer esta situación es conveniente trabajar el clima y la relación entre los progenitores, principalmente, y también, con cualquier otro miembro del entorno cercano. Por lo que mantener un clima cálido en el hogar es importante para el bienestar del bebé.
EL EFECTO DEL DIVORCIO EN LOS NIÑOS EN EDAD PREESCOLAR
Los niños y niñas de estas edades tienen una capacidad inferior para evaluar la situación en la que se encuentran. Tampoco disponen de herramientas para entender las causas y las consecuencias de la separación, así como para afrontar acontecimientos estresantes y utilizar los recursos extrafamiliares.
Los síntomas que probablemente puedan experimentar son sentimientos de culpa o de sentirse abandonados. También pueden mostrar conductas regresivas y llegar a pensar que también son objeto de desamor como consecuencia de la interpretación de que sus padres ya no se aman. Al pasar el tiempo, la adaptación dependerá de la calidad con que se lleve a nivel familiar. Una vez llegan a la adolescencia, es decir, pasados unos diez años, normalmente no recordarán cómo fue la ruptura y cómo era la familia antes de la separación. Por lo general, les cuesta comprender que, si bien el amor se acabó entre sus padres, el amor que ellos sienten por él, en cambio, es incondicional. Lo cual, les lleva actuar de la siguiente manera: solicitan continuamente atención, mimos y cariño, desean sentirse queridos en todo momento. Suelen presentar conductas regresivas en habilidades y destrezas que ya habían adquirido para hacerse más autosuficientes. Pierden autonomía, se niegan a dormir en su propia cama, a comer solos y a usar el baño. En este sentido, es importante que los padres se entiendan para educarlos en la misma dirección y haciendo especial énfasis en el progreso hacia la autonomía. Para conseguirlo, ambas partes deben proporcionar seguridad, apoyo y, sobre todo, un amor incondicional.
EL DIVORCIO EN LOS PREADOLESCENTES Y ADOLESCENTES
En estas edades normalmente los hijos presentan sentimientos de impotencia y viven la situación con temor. También presentan ira hacia los progenitores, o en función de las circunstancias tienden a posicionarse.
A nivel personal, disminuye el rendimiento académico y se refugian en las amistades. También pueden presentar conductas regresivas y/o agresivas. La adaptación es más larga y con altibajos.
Clasificando las posibles consecuencia del divorcio en los hijos de estas edades, podríamos dividirlos en los siguientes tipos:
Consecuencias psicológicas
En este nivel muestran problemas de conducta, empeoramiento de la autoestima, consumo de tóxicos y problemas de adaptación.
Aparecen sentimientos de inseguridad y de abandono, de ansiedad, retraimiento y bajo estado de ánimo. Se debe estar pendiente de ellos dando la atención que necesitan y controlar todos estos síntomas que aparecen a nivel psicológico para que puedan volver a un equilibrio y bienestar.
Consecuencias sociales
Como se ha comentado anteriormente, en esta etapa los adolescentes se refugian más en el círculo social, por lo que puede aparecer una falta de comunicación con los padres, menos compromiso, menos interés en compartir momentos con ellos… por lo que, en consecuencia, puede afectar al vínculo.
También existe el riesgo de que aumenten conductas que impliquen aumento del consumo de tóxicos o de riesgo.
Por otro lado, también pueden producirse consecuencias positivas, como por ejemplo que desarrollen más su sensibilidad y sus habilidades en la resolución de conflictos que puedan presentarse. En general, las consecuencias que pueden aparecer dependerán de cómo el adolescente perciba la situación. De modo que lo puede vivir como una traición o una solución, por ejemplo. Los efectos dependerán también de cómo perciba el adolescente el divorcio: si como una traición, una solución u otra oportunidad amorosa. En este sentido, cabe señalar que la separación o el divorcio, no siempre implica una experiencia traumática o negativa para los hijos, pero sí implica considerar una serie de aspectos.
A veces, la mejor decisión que se puede tomar es acabar y dar por finalizada una relación de pareja. Pero, cuando hay niños o adolescentes de por medio, es necesario tratar la situación con delicadeza y sensibilidad. Pues, el divorcio y su efecto sobre los hijos es una realidad que no siempre se tiene en cuenta. Ser sensibles, accesibles y sinceros en todo momento facilitará ese proceso de cambio, donde todos los miembros deben habituarse.
¿QUÉ SE PUEDE HACER CUANDO EL DIVORCIO ES LA ÚNICA OPCIÓN?
Como padre o madre que se va a divorciar, se puede ayudar a los hijos a llevar la situación de una manera más comprensiva y que facilite su adaptación. Se trata que, pese a que la situación pueda ser complicada, adoptar una actitud de responsabilidad y mantener un equilibrio en la dinámica familiar. Algunos aspectos que se pueden tener en cuenta son los siguientes:
- Mantener una buena comunicación con tu hijo: esto puede contrarrestar el resentimiento que lleva al niño o adolescente a realizar conductas destructivas. Es necesario ser honesto en cuanto a lo que está sucediendo a fin de evitar que tu hijo se sienta traicionado.
- Evitar que el niño asuma el papel de confidente o consejero: esto causa un tremendo daño, ya que tu hijo no está preparado, ni emocional ni moralmente, para asumir ese papel.
- Buscar momentos de ocio y desconexión de la situación.
- Mostrarse comprensivo y respetuoso por cómo vive la situación tu hijo. También tiene un proceso de readaptación y necesita su tiempo para recuperar su estabilidad.
En definitiva, es fundamental que, como padre o madre, estemos dispuestos a brindar todo el apoyo y contención que nuestros hijos necesitan en una situación de estas características. Incluso sobreponiéndose a nuestro propio dolor y sufrimiento, hay que entender el impacto del divorcio y su efecto sobre los niños y adolescentes.
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Roizblatt, A., Leiva, V. M., & Maida, A. M. (2018). Separación o divorcio de los padres. Consecuencias en los hijos y recomendaciones a los padres y pediatras. Revista chilena de pediatría, 89(2), 166-172.
Psicóloga residente Anna Saheb Vives
Psicóloga colegiada número: 29143
Grado en Psicologia en la Universidad Autónoma de Barcelona
Máster en Psicología General Sanitaria en la UNIR