Actualmente se habla con mucha más facilidad acerca de la sexualidad humana y de los diferentes intereses y prácticas sexuales. Sin embargo, durante muchos años nuestra cultura ha perpetrado un tabú social y generalizado sobre este tema. De hecho, algo tan simple como el deseo y el disfrute sexual femenino o los intereses sexuales ante el mismo sexo y/o género, han sido silenciados durante la mayor parte de nuestra historia como humanidad.
Afortunadamente, esto ha ido cambiando a lo largo de los años hasta llegar al momento actual, en el que existe una mayor libertad sexual y, a su vez, una mayor concienciación social sobre el deseo y la sexualidad de todas las personas sin importar su género, sexo u orientación. Aun así, es necesario seguir trabajando para que este cambio social se mantenga y prospere sin tantas limitaciones.
Hablamos pues, de una revolución social sobre la sexualidad que sigue progresando continuamente para conseguir erradicar las consecuencias propias de haber mantenido la sexualidad como un tema tabú durante tantos años. Consecuencias como la discriminación, la estigmatización o la vulnerabilidad individual y colectiva ante el desconocimiento de la complejidad de la sexualidad.
Dentro de este marco tan amplio y extenso, en este artículo nos centraremos en describir con mayor detenimiento las dificultades en las relaciones sexuales, dado que estas siguen permaneciendo en silencio en la gran mayoría de los casos. Así pues, sin muchas más pretensiones, con este artículo intentamos dar una mayor visibilidad y normalidad a algunas de las dificultades más comunes que pueden surgir durante las relaciones sexuales.
Para ello, recordemos a algunos de los autores con mayor relevancia en la investigación sobre la respuesta sexual y las relaciones de pareja. Stenberg señaló el triángulo del amor para explicar que las relaciones de pareja están conformadas por tres grandes aspectos: la intimidad, la pasión y el compromiso. Teniendo en cuenta este concepto y pensando en las posibles dificultades sexuales, podemos llegar a entender que éstas últimas pueden representar un aspecto altamente importante para la relación de pareja.
Por otro lado, Máster y Johnson (1966) estudiaron la respuesta sexual humana y concluyeron que ésta está compuesta por 4 fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución. En el caso del sexo masculino, hablaríamos de una 5 fase denominada como periodo refractario.
Más tarde, Kaplan (1982) añade la fase de deseo, como la base para iniciar la respuesta sexual. Veamos con mayor detenimiento a qué se refieren estas fases:
- Deseo: representa la primera aproximación a la relación sexual, precipita al cuerpo y a la mente a poder responder con mayor plenitud a lo que va a suceder.
- Excitación: aparece con las primeras sensaciones sexuales, ya sean físicas como las caricias o psicológicas como las fantasías o los recuerdos.
- Meseta: se produce un incremento y mantenimiento de la respuesta de excitación.
- Orgasmo: representa el punto álgido de la excitación y se expresa como la liberación de las tensiones ocurridas durante el resto de fases.
- Resolución: periodo en el que se restablecen todos los cambios ocurridos durante las fases anteriores.
- Periodo refractario: representa un breve periodo de tiempo en el que se hace imposible volver a mantener una relación sexual. Puede tratarse de minutos u horas, dependiendo de la persona y de la edad, ya que este periodo tiende a aumentar a medida que avanza la edad.
Hablamos de todas estas fases cuando se produce una relación sexual buena y satisfactoria para sus participantes. Pero ¿qué ocurre cuando no se produce alguna de estas fases? ¿Es siempre un problema?
Para responder a estas preguntas debemos tener en cuenta que en una relación sexual influyen múltiples factores. Podríamos hablar de un momento concreto y puntual en el que algún factor sin demasiada importancia a priori, ha influido en que no disfrutemos correctamente de ese acto sexual. Pero ¿qué ocurre si eso es algo que se repite en varias ocasiones? ¿qué sucede si estas experiencias se convierten en algo habitual?
No cabe duda de que, si en una pareja más o menos estable se mantiene un patrón de relaciones sexuales no satisfactorias para uno o más miembros de la pareja, esto puede ser motivo de múltiples tensiones y discusiones. Para valorar lo que está ocurriendo, deberíamos poder definir en qué situación se encuentra la pareja de entre las dos siguientes:
- Dificultades en las relaciones íntimas siendo estas el origen del conflicto.
- Dificultades en la relación de pareja que causan o influyen en el surgimiento de dificultades en las relaciones sexuales.
En el primer caso, deberíamos ver qué está ocurriendo concretamente y si afecta a uno o a más miembros de la pareja (en términos de respuesta sexual normativa) para valorar qué puede estar influyendo en su situación. Concretamente, en muchos casos hablaríamos de posibles disfunciones sexuales, de las cuales hablaremos a continuación.
En cambio, en el segundo caso deberíamos pensar en una posible terapia de pareja que ayude a encontrar la fuente de las tensiones, malestares y conflictos que están interviniendo negativamente en la relación de pareja.
Disfunciones sexuales:
¿Cuándo hablamos de una disfunción y cómo puede catalogarse según el DSM 5 (APA, 2014) (manual de diagnóstico clínico)?
Se considera una disfunción sexual especialmente cuando causa malestar significativo en la persona y/o cuando se prolonga más de 6 meses. Hablamos de esta disfunción en función de si puede ser de por vida o adquirida, siendo el primer caso una disfunción que ha existido desde siempre, y en el segundo caso, una disfunción que se produce después de un periodo de actividad sexual relativamente normal. También podemos valorar si se trata de una disfunción generalizada, que no se limita a situaciones, parejas, o a determinados tipos de estimulación concreta, o situacional, cuando sí que se limita a determinadas situaciones, parejas o tipos de estimulación.
Disfunciones sexuales más conocidas:
Eyaculación retardada: cuando la eyaculación tarda excesivamente en aparecer o incluso hay una ausencia de ella.
Trastorno eréctil: cuando existe dificultad para conseguir mantener una erección durante toda la actividad sexual o cuando se produce una reducción importante en la rigidez de la erección. Especialmente, la disfunción eréctil se relaciona con sentimientos de excesiva vergüenza, negación y culpabilidad.
Trastorno orgásmico femenino: se produce un retardo o ausencia del orgasmo, así como una infrecuencia o una disminución en la intensidad de las sensaciones orgásmicas.
Trastorno del interés/excitación sexual: cuando se produce una ausencia o reducción significa de las fantasías o pensamientos sexuales y/o del interés o la excitación sexual. Hablamos de falta de interés tanto en la conducta sexual con otras personas, como en la propia con la masturbación. Concretamente, esta es una de las disfunciones sexuales más comunes en las mujeres, aunque en los hombres también puede darse con algún pequeño matiz de diferencia.
Trastorno de dolor génito-pélvico/penetración/coito doloroso: aparecen dificultades durante la penetración, siendo causadas por dolor vulvovaginal o pélvico, temor o ansiedad por la penetración y sus consecuencias, y/o tensión o contracción de la musculatura del suelo pélvico. Cuando esta disfunción se mantiene el tiempo, puede derivar en una pérdida del interés por mantener relaciones sexuales presentes y futuras. También puede darse el coito doloroso en el sexo masculino.
Vaginismo: se produce de manera persistente e involuntaria una contracción espasmódica y automática de la musculatura vaginal que dificulta e impide la penetración. Teniendo en cuenta la penetración de cualquier elemento como puede ser el pene, dedos, tampones e incluso objetos médicos utilizados durante las exploraciones ginecológicas rutinarias. Esta dificultad produce dolor, presión y tensión muscular intensa, además de temor y ansiedad ante el posible dolor. Sin embargo, en muchas ocasiones se mantiene la respuesta de excitación sexual y/o el disfrute de otras prácticas sexuales que no incluyan penetración. Habitualmente, durante la interacción sexual la musculatura vaginal se va relajando para facilitar el coito u otras prácticas sexuales, mientras que en el vaginismo acaba sucediendo lo contrario. Concretamente, esta disfunción sexual suele ser primaria, ya que tiende a asociarse a primeras experiencias sexuales dolorosas que acaban condicionando la conducta sexual posterior con conductas de ansiedad anticipatoria y evitación.
Eyaculación prematura/precoz: la eyaculación se produce aproximadamente en el primer minuto de la penetración o incluso antes de ésta. Hablamos de disfunción cuando esto sucede persistentemente o de manera recurrente durante la actividad sexual. La consciencia de esta disfunción tiende a asociarse a altos niveles de ansiedad y/o sentimientos de vergüenza.
Disfunción sexual inducida por sustancias/medicamentos
Otras disfunciones sexuales especificadas y no especificadas
Más allá de las disfunciones sexuales conocidas, debemos tener en cuenta también las siguientes conductas cuando representan un problema para la persona o para los demás implicados:
Conducta sexual compulsiva: actividades sexuales realizadas de manera compulsiva que pueden ser llevadas al extremo y que por ello pueden tener múltiples repercusiones negativas en la vida de la persona que las sufre.
Parafilias: conductas como el voyeurismo, exhibicionismo, frotteurismo, masoquismo sexual, sadismo sexual, fetichismo, travestismo y demás, cuando representan un conflicto para la propia persona o las personas a las que se involucre.
Posibles causas de las dificultades y/o disfunciones sexuales:
- Fisiológicas: problemas de salud que interfieran en la relación sexual.
- Consumo de sustancias y/o fármacos: muchos fármacos y sustancias psicoactivas tienen efectos secundarios relacionados con la respuesta sexual.
- Causas sociales: religión, cultura, ideales, etc.
- Causas psicológicas: suelen ser las más frecuentes, tales como ansiedad, estrés, depresión, fobias, vivencias traumáticas, abusos, violaciones, etc.
- Pobre estimulación sexual: desconocimiento sexual que mantiene las relaciones sexuales reducidas al coito.
- Falsas expectativas, ideas preconcebidas y/o experiencias pasadas.
Posibles tratamientos:
Como hemos mencionado anteriormente, todas estas dificultades mencionadas representan un problema en el momento en que interfieren en la vida de la persona involucrada y/o en el de sus parejas sentimentales o sexuales.
Ya en terapia, el psicólogo deberá valorar junto con la persona, si se trata de un conflicto a trabajar de manera conjunta con los miembros de la relación sentimental o sexual, o si debe trabajarse de manera individual y, quizá en un segundo momento, de manera conjunta.
En todo caso, la terapia se focalizará en los siguientes aspectos:
- Educación sexual
- Exploración íntima
- Comunicación en pareja
- Focalización sensorial
- Ejercicios con la musculatura pubocoxígea
- Reacondicionamiento de los estímulos negativos hacia estímulos positivos
- Entrenamiento asertivo
- Detención de pensamiento
- Desensibilización sistemática
Tras lo comentado, si alguno de los aspectos tratados te ha hecho reflexionar sobre situaciones o sensaciones que te han ocurrido en ocasiones e incluso que te ocurren constantemente, busca un profesional que pueda orientarte y ayudarte a trabajar en estos aspectos.
En el centro de psicología sanitaria Canvis de Barcelona realizamos psicoterapia individual y/o terapia de parejas. Si tienes cualquier duda, puedes contactar con nosotros. Estaremos encantados de ayudarte.
Psicóloga Lidia Blanch Àguila
Psicóloga colegiada número 27555
Grado en Psicología (UniversitatAutònoma de Barcelona)
Posgrado en Psicoanálisis aplicado a la actuación clínica (Universitat de Barcelona)
Máster Interuniversitario en Psicología de la Educación MIPE (UB, UAB, URL, UdG)