Cada vez es más típico, sobre todo entre la población más joven, ver a grupos de personas sentadas en círculo, o alrededor de una mesa en un bar o restaurante, en un silencio espectacular mientras todos miran su teléfono móvil. Si le preguntásemos a alguno de ellos qué está haciendo, nos respondería, seguramente, que “hablando”. Seguramente nosotros nos sorprenderíamos, mientras que curiosamente él se sorprendería también, pero de nuestra reacción.
¿Qué está pasando aquí? ¿A esto se le puede llamar comunicación? Este es el gran debate que se está abriendo cada vez más y que genera bastante discusión.
Si analizamos las dos partes del debate, nos encontramos con lo siguiente: la mayor parte de la población adulta no lo considera comunicación del todo: los argumentos que acostumbran a aparecer cuando se les pregunta el motivo son que la comunicación es en base presencial y motriz, por lo que vía correo, WhatsApp u otros nunca se llegará a poder establecer una comunicación tan intensa, detallada y de calidad como en la presencial. También, aseguran que este tipo de “comunicación” no sólo pierde efectividad, sino que nos limita tanto las habilidades comunicativas que podríamos desarrollar al hablar presencialmente como la capacidad de entender qué nos quiere decir el otro.
Por otro lado, la mayor parte de la población joven asegura que a esto se le puede considerar comunicación. Entre sus argumentos aparece principalmente la capacidad de poder establecer contacto con personas que están a cientos de quilómetros de distancia y con los que nunca habrían podido llegar a hablar mediante otra vía. También, muchos de ellos aseguran que la oportunidad de hablar con personas de alrededor del mundo les permite tener más conocimientos, información y formarse mejor en el ámbito relacional que si solamente hablasen con los que pueden presencialmente. A esto tenemos que añadirle que cada vez están apareciendo más herramientas para hacer que la comunicación 2.0 sea más parecida a la real, o que llegue aún más allá (comunicación por vídeo-llamada, herramientas para notar el tacto de la otra persona virtualmente, gafas para ver lo que otra persona está viendo…).
En resumen, parece que la comunicación 2.0, aunque parece tener limitaciones para lograr lo que permite la presencial, va ganando cada vez más terreno entre la población.
¿Creéis que este tipo de comunicación acabará haciendo desaparecer a la original? ¿Qué pensáis de la comunicación 2.0? ¿Nos limita o nos abre puertas? No dudes en comentar, queremos conocer tu opinión.
Aleix Comas
Psicólogo general sanitario. Graduado en Psicología, Máster en Psicología General Sanitaria y Posgrado en Terapia sexual y de pareja por la Universidad de Barcelona. Máster de Práctica Clínica en Psicoterapia.