Todos hemos escuchado en alguna ocasión como alguien cercano se refería a la adolescencia como una etapa convulsa por la que se desea pasar lo más rápido posible. En muchas ocasiones se etiqueta al adolescente de “problemático”, apático, pasota, irresponsable o cantidad de prejuicios en torno a esta etapa evolutiva. En realidad, en la mente del adolescente están interviniendo cantidad de elementos: está dejando atrás la niñez y cada vez está más cerca de la adultez, busca su propia identidad, cambio de referentes que hasta ahora habían sido los padres y donde pasa a fijarse en los pares u otras personas de influencia.
Olvidamos que la adolescencia es una etapa de gran importancia y tan necesaria como las demás. Es cierto que conlleva muchos cambios y desafíos tanto para el adolescente, sus padres y otros miembros de la familia. Varios estudios revelan que un 60% de los adolescentes mantienen buena relación con sus padres, el 20% muestra problemas de forma irregular a lo largo de la adolescencia y el otro 20% tiene problemas estables en el tiempo en las relaciones familiares.
Etapas de la adolescencia:
El periodo que abarca la adolescencia es desde los 10 a los 19 años según la OMS (Organización Mundial de la Salud) y abarca cantidad de cambios tanto a nivel físico como a nivel cognitivo, emocional y sexual. Comprender a grandes rasgos que pasa en cada etapa de la adolescencia puede ayudar a promover un desarrollo más saludable:
- Adolescencia temprana: Engloba el rango de edad de los 10 a los 13 años.
- El desarrollo psicológico de esta etapa se caracteriza por la existencia de egocentrismo que irá disminuyendo poco a poco. Psicológicamente, empiezan a ocurrir muchas cosas interesantes como la labilidad emocional, tendencia a magnificar la situación personal, falta de control de impulsos y necesidad de privacidad.
- A nivel cognitivo, surge el pensamiento abstracto o formal que es la capacidad de reflexionar sobre aspectos que no están ocurriendo en el momento actual.
- A nivel social, se inicia la movilización hacia afuera de la familia. Empiezan a poner a prueba la autoridad, lo que puede hacer surgir tensiones intrafamiliares. El grupo de pares cada vez ocupa más espacio y son fuente de su bienestar.
- Adolescencia media: Comprende la franja de edad de los 14 a los 16 años.
- En este momento se visibiliza más el distanciamiento afectivo del núcleo familiar, aunque los padres siguen siendo figuras muy importantes. Empieza a aflorar el interés en iniciar relaciones de pareja. La individualidad continúa aumentando, pero la autoimagen es muy susceptible a terceros. Los adolescentes en este momento tienden al aislamiento y pasan más tiempo en sus habitaciones encerrados.
- En lo social, el grupo representa el máximo nivel de importancia, lo que influye de forma positiva, pero, también, negativa.
- A nivel cognitivo el pensamiento abstracto, el razonamiento y la creatividad empiezan a desarrollarse. Persiste la impulsividad que influye en conductas de riesgo.
- Adolescencia tardía: Va desde los 17 años y puede llegar a extenderse hasta los 23 años.
- Este es el último tramo hacia la autonomía e identidad. Es una etapa que se caracteriza por ser más tranquila y donde la personalidad se va integrando. Si todo ha ido superándose con éxito, el joven estará preparado para manejar las tareas de la adultez. Aumenta el control de impulsos y la habilidad para predecir las consecuencias de las decisiones. El grupo de amigos pierde influencia porque el joven se va sintiendo más cómodo con sus propios principios e identidad.
Un adolescente puede llegar a sentirse adulto y niño a la vez en muchos momentos, pero la realidad es que está en permanente transición. Durante esta etapa la familia se encontrará con la necesidad de llevar de forma simultánea dos movimientos que a priori pueden parecer incompatibles: la predisposición del sistema familiar hacia la unión, la conservación de los lazos afectivos y el sentimiento de pertenencia y, por otro lado, la inclinación hacia la distinción y la autonomía de los adolescentes. Un proceso en el que la comunicación empezará a ser reconocida como un elemento imprescindible.
Cuando nos referimos a la comunicación, hacemos referencia al grado en que la relación padres-hijos se basa en una comunicación positiva, centrada en la libertad, en la comprensión y en el libre intercambio de información.
Dimensiones en la relación padres-hijos
Comprender las dimensiones en la relación padres-hijos para poder trabajar sobre ellas será clave en este viaje que es la adolescencia:
- Afecto: Este término se utiliza para hacer referencia a aspectos como la cercanía emocional, el apoyo, la armonía o la cohesión entre padres e hijos. Es la prolongación de su existencia que se va observando en las relaciones entre padres e hijos desde la infancia y durante la adolescencia. Esos niños que mantienen interacciones con los adultos referentes basadas en la calidez y el afecto a la larga crean una relación más cercana llegada la adolescencia. En las relaciones familiares, donde predomina el afecto, el apoyo y la comunicación positiva, los adolescentes reflejan un mejor ajuste psicosocial, mayor confianza en sí mismos, autoestima y bienestar psicológico.
- Conflictos: Se ha encontrado una disminución progresiva en la frecuencia de los conflictos desde el inicio hasta el final de la adolescencia. Algunos estudios indican que el motivo de los conflictos en esta etapa del desarrollo suele ser la hora de vuelta a casa, el tiempo dedicado a los estudios o el desorden. Los desacuerdos más comunes tienen que ver con cuestiones personales que el adolescente intenta ubicar en el ámbito de su propia competencia. La estrategia seguida para la resolución del conflicto también experimentará cambios durante la adolescencia.
En la etapa de la adolescencia temprana las discusiones se suelen resolver mediante el compromiso y la negociación, y suele ocurrir que el adolescente se desentienda de la discusión y se retire de donde nos encontramos. Dependiendo del tipo de apego establecido desde la infancia, se buscará o no espacio para resolver el conflicto. Una de las primeras consecuencias de este tipo de situaciones será el aumento de malestar emocional y estrés por parte de todos los miembros de la familia. Si existe un vínculo entre padres-hijo de apego seguro, es muy probable que se trate de resolver el conflicto de forma directa y negociada y podrá dar lugar al aprendizaje de estrategias de negociación y resolución de problemas. Por el contrario, si el tipo de vínculo que se ha establecido durante la infancia entre padre-madre-niño es un tipo de apego inseguro, el conflicto quedará sin resolver.
- Control: Son todas aquellas estrategias socializadoras por parte de los padres y donde se encuentran los límites y normas. A medida que los hijos crecen, estas estrategias de control disminuyen en un intento de adaptarse a las nuevas necesidades del adolescente.
Claves para una relación sana con el adolescente
Comprender al adolescente será a veces un camino con altos y bajos, pero podemos poner en prácticas una serie de recomendaciones que como padres ayudarán a atravesar esta etapa de mejor manera:
- Acepta sus cambios: No podemos exigirle que sea el niño que hasta ahora habíamos conocido. Algunos padres temen perder a ese niño y esto les produce miedo y tristeza.
- Válida sus emociones: en esta etapa es importante poder ayudarles a identificar las emociones preguntando qué les está preocupando y ayudando a encontrar respuestas a sus miedos e inquietudes.
- Establece normas y flexibiliza límites: Que puedan ser respetadas sus necesidades como el silencio o la soledad, pero a la vez dentro de un entorno seguro y predecible (aunque no lo parezca). Tener límites firmes les enseña que tienen responsabilidades y que sus acciones tienen consecuencias.
- Trata de evitar los juicios: Se trata de crear espacios donde haya comunicación e invite a los jóvenes a hablar sin críticas.
- Mantén la comunicación: El estilo comunicativo es otra variable a tener en cuenta, ya que los estilos comunicativos positivos, a diferencia de los negativos, facilitan la resolución de los conflictos interpersonales. Podemos ayudarnos de herramientas como la escucha activa, la empatía, mantener contacto visual, capacidad de negociación, ser asertivo y hacer uso del sentido del humor cuando la situación lo permita. Debemos tratar de evitar generar interrogatorios y ser capaces de poder aportar algo como adultos.
- Deja que se equivoquen: A veces como padres queremos proteger a nuestros hijos y eso hace que podamos sobre protegerlos. Debemos entender que ellos también necesitan tomar sus propias decisiones y, de vez en cuando, equivocarse. Es parte de su aprendizaje en el camino hacia la adultez.
- Permite espacios de libertad: Esta etapa del desarrollo trae consigo nuevas demandas por parte de nuestros hijos y entre ellas se encuentra la demanda de mayor espacio para hacer ellos solos (por ejemplo: salir con sus amigos, llegar más tarde a casa, tener la casa solo para ellos). Será importante mantener un equilibrio entre otorgar esa libertad y, como hemos comentado anteriormente, establecer límites claros donde no haya lugar a dudas de lo que se espera de sus comportamientos.
- Privacidad: Permitir y respetar los espacios (sobre todo su habitación) sin invadirlo.
- Brindarle cariño a diario: No hace falta que de repente los inundemos de besos y abrazos basta con una mirada cómplice o una sonrisa en un determinado momento. Aunque no lo demuestren, en muchas ocasiones, nos siguen necesitando.
- Ellos también pueden enseñarnos mucho: Si tienen un entorno propicio para poder expresarse libremente, pueden mostrar una inteligencia y sensibilidad impresionante.
Si crees que necesitas asesoramiento para acompañar a tu hijo adolescente a dar el paso hacia la vida adulta o si crees que necesitas trabajar aspectos de ti o de tu vida en este momento del ciclo vital puedes solicitar una primera sesión informativa en el apartado de “Contacto”. En el centro de psicología Canvis de Barcelona realizamos psicoterapia individual para adolescentes y adultos. Si tienes cualquier duda, puedes contactar con nosotros. Estaremos encantados de poder ayudarte.
Referencias bibliográficas:
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Cava, M.J. (2003). Comunicación familiar y bienestar psicosocial en adolescentes. Congreso nacional de psicología social. 1 (1), 23-27.
Oliva, A. (2006). Relaciones familiares y desarrollo adolescente. Anuario de Psicología, 37 (3), 209-223.
Sánchez, A., R. y Díaz-Loving, R. (2003). Patrones y estilos comunicativos de la pareja. Diseño de un inventario. Anales de Psicología, 19(2), 257-277.
Máster en psicología general sanitario por UNIR.
Grado en psicología por la universidad de Barcelona.
Postgrado en Análisis de Procesos Terapéuticos Constructivistas por la Universidad de Barcelona.
Postgrado en Técnicas y Principios Básicos en Terapia Cognitivo-Social por la Universidad de Barcelona.
Máster en terapia cognitivo-social por la universidad de Barcelona.
Psicóloga colegiada 25259.