¿Qué es la mentalización?
Según Fonagy es la capacidad que tenemos todos los seres humanos de explicar los comportamientos humanos propios y ajenos. Es un proceso mental complejo que nos sirve para darnos cuenta de la relación que hay entre las conductas que hacemos y el mundo interno de la persona (necesidades, deseos, sentimientos, creencias, fantasías y sueños).
¿Qué supone tener buena capacidad de mentalización?
- Tener la capacidad de diferenciar los propios pensamientos de la realidad.
- Ser capaz de regular las propias emociones y conductas.
- La comprensión del comportamiento del otro.
- La capacidad para adoptar una postura reflexiva que implique la focalización de los propios pensamientos y emociones.
Esta capacidad de mentalización se puede hacer de una forma automática, que es lo que hacemos continuamente en las interacciones cotidianas, tenemos sensaciones, juicios, sentimientos acerca de los otros. Nos permite orientarnos y organizarnos en un lugar, esta es una manera muy rápida y eficaz pero no es completamente fiable. Hay otra forma de mentalizar más fiable, que es la mentalización controlada, es la que tenemos cuando nos paramos a reflexionar sobre algo, sobre nuestros propios comportamientos o reflexionar sobre por qué los demás hacen determinadas cosas. Esta requiere mucha atención, palabra, pensamiento mientras que la otra es más intuitiva.
¿Por qué las personas aprendemos a mentalizar en las relaciones de apego tempranas?
Nosotros nacemos con la capacidad de desarrollar esta capacidad, pero para que madure hacen falta relaciones, que empiezan siendo con los cuidadores principales. A partir de la conexión del niño con los demás, es cuando empieza a tener una representación mental de sí mismo como un ser con mente. Las figuras paternas empiezan a pensar en el niño, a sentir, a sintonizar, a darse cuenta de sus sentimientos y a devolverle que eso que le ocurre tiene que ver con algo que le pasa por dentro. Es probablemente cuando el niño empieza a hacer representaciones de que en su mundo interior ocurren cosas. Por este motivo, la alta capacidad de mentalización o función reflexiva de los cuidadores se relaciona con un vínculo seguro de sus hijos, dado que esta capacidad les permite entender e interpretar los estados mentales del niño darse cuenta y responder de la manera más adecuada a sus necesidades. Por lo tanto, las madres que son capaces de mentalizar adecuadamente, son más aptas para tener niños que puedan regular y contener su propia experiencia emocional.
Y, a la inversa, padres que no son capaces de reflexionar sobre sus experiencias de apego y su relación con el niño, de tolerar y regular las emociones se correlaciona con el establecimiento de un apego inseguro o desorganizado en los menores, dado que, este tipo de vinculación entre ambos (cuidador-hijo) dificulta que el niño pueda desarrollar sus capacidades mentales en sus primeros años. Por consiguiente, más probabilidades de tener una baja capacidad de mentalizar para reconocer a sí mismo y el mundo interno de los demás, y más vulnerabilidad para desarrollar una patología.
Para Fonagy, a partir del sexto mes, el niño va desarrollando sus habilidades primitivas de mentalización, que se irán desarrollando durante los siguientes años, pero hasta los cuatro o cinco años funcionan con unas capacidades distintas.
- Modo de equivalencia psíquica: lo que tienen los niños cuando piensan que algo que ellos están pensando es real. No hay diferencia entre los pensamientos y los hechos. Ejemplo: ‘pensar que el ogro viene y es que el ogro viene y entonces se aterrorizan’.
- Modo teleológico: entender el comportamiento del otro por sus conductas y no por sus procesos mentales. Ejemplo: ‘si mi quisieras me lo comprarías’ ‘si me da un abrazo significa que me quiere’.
- Modo de simulación (“como si”): parece que lo entienda a nivel cognitivo, pero no hay conexión con los afectos internos. El mundo interno se separa del externo. Ejemplo: ‘soy Superman’.
Alrededor de 4 o 5 años, el niño ha entrado en la etapa de simbolismo y en ese momento evolutivo puede permitirse desarrollar su capacidad de representar su propia mente y la de los otros en termino de estados mentales (pensamientos, creencias, necesidades, deseos y sentimientos). Cuando el infante puede diferenciar sus pensamientos de la realidad, es cuando el niño puede tener ya la capacidad de mentalizar.
Sin embargo, estas formas prementalizadoras comentadas previamente se pueden activar también en la vida adulta. Pero en algunos trastornos de personalidad, concretamente el trastorno límite de personalidad, se ha visto que es más frecuente e intenso encontrar estas formas de no mentalizar.
En las personas con trastorno límite de personalidad se ha observado que en la situación de intimidad sube intensamente la emoción, dado que se despierta el vínculo de apego y se pone en marcha cuando estamos más necesitados. Cuando esto se activa, la capacidad de mentalizar disminuye y aparece estos modos premantelísticos. Por este motivo, es muy frecuente que las personas con trastorno límite de personalidad se sientan abrumados emocionalmente, no pueden pensar, no pueden reflexionar sobre ellos, sobretodo en las relaciones íntimas de apego, de dependencia, de peligro de perder al otro.
¿Por qué es más débil la capacidad de mentalización en personas con trastornos de personalidad limite?
Se ha demostrado que la relación problemática parental (negligencia, escasa implicación emocional, e invalidación de la experiencia) con un mayor riesgo en el desarrollo del trastorno límite de personalidad (TLP), por lo tanto, el vínculo inseguro que se establezca entre cuidador-hijo dificultara la integración de su identidad y por consecuente, el desarrollo óptimo de la capacidad de mentalización del niño.
Las pérdidas de estas capacidades de mentalizar pueden explicar de forma hipotética muchos de los síntomas:
- La impulsividad
- Frecuenta alta de autolesión como forma de solventar sus problemas
- Sentimiento de vacío
- Dificultades en las relaciones interpersonales
- Poca estabilidad de la personalidad que funcionan de maneras muy distintas en diferentes momentos de la vida.
La impulsividad se puede explicar cuando una persona no tiene una autorregulación emocional. En muy frecuente que la persona con trastorno límite de personalidad actúen sin pensar, dado que, en momentos de estrés emocional, se bloquea la capacidad de reflexionar y se sienten invadidos por el afecto incontrolado. Esto le hace más vulnerables a cambios rápidos en los estados emocionales y a síntomas impulsivos.
En las relaciones interpersonales suelen tener un apego inseguro con los otros porque tienden a hacer juicios rápidos en torno a ideas muy negativas de lo que piensan los demás sobre ellos mismos (tendencia al paranoidismo, desconfianza), a veces como si fuera verdades absolutas. En estos casos se da una de las formas prementalísticas, la equivalencia psíquica. Lo que ellos dicen es la realidad, es una cosa muy omnipotente, no hay alternativas, no puedes discutírselo porque no entra en su mente esa discusión. En esos estados la persona tiene un bloqueo en la mentalización y simplifican mucho las relaciones porque no pueden entrar más allá, no pueden pensar que la persona que actúa frente a ellos tiene unas intenciones, unos deseos, unos problemas, una historia detrás, están juzgando desde el exterior, desde los superficial.
Las autolesiones se hacen porque a veces la presión interna es tan grande que para aliviarse y para sentirse reales tienen que dañarse, sienten un momento de conexión con lo que son las sensaciones, les hace estar seguros. Cuando hay una falta de conexión con estas sensaciones, se puede dar un tipo de funcionamiento prementalístico del ‘modo como si’. Puesto que en este modo las personas hablan y hablan a nivel cognitivo, pero no están conectadas emocionalmente ni tampoco con la experiencia interna del otro, y la autolesión les sirve para conectarse de forma rápida. En estos casos se producen muchos suicidios, no sienten la muerte como real, es una forma de liberación, de encontrar la paz, si profundizas no tienen identidad, como si la muerte no fuera lo que es, no hay una conexión real con la muerte, más bien la muerte es una herramienta para conseguir algo. Es una de las formas más peligrosas, porque nos pueden engañar parece que funcionan bien, pero esta todo en el vacío, no cambian, no evoluciona.
También en estas situaciones, se puede dar la última forma prementalizadora, modo teleológico, para que los demás pongan en marcha los cuidados, para que el entorno se movilice, de esta forma se reaseguran, solo se pueden dar cuenta que los demás los quieren cuando los demás empiezan a funcionar y a cuidarles.
Es importante destacar que esta cadena negativa se puede romper con ayuda de un terapeuta, de un profesor o de cualquier otra persona que pueda darse cuenta de estas dificultades y les ayudar a superar. El cerebro tiene una gran plasticidad y aunque esta capacidad de mentalización se desarrolle al principio de la vida puede también hacerlo en cualquier otro momento. Para ello es necesario entrenar esta capacidad, puesto que ésta nos va a dejar más protegidos en un futuro ya que si viene una desgracia, el poder entenderlo, el poder darte cuenta de lo que te pasa, te va a facilitar poder superar el trauma en vez de quedarte con un trauma no resuelto.
La terapia basada en la mentalización es un enfoque terapéutico desarrollado por Peter Fongay y Anthony Bateman. Fue desarrollada principalmente para el abordaje integral del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). A día de hoy, es un recurso igual de válido para tratar diversos trastornos como depresión, ansiedad, trastornos de la alimentación y trauma.
La terapia basada en la mentalización tiene como finalidad entender mejor las propias emociones y las de los demás. A través de esta mayor conexión entre sentimientos y pensamientos, nos ayuda a regular nuestras conductas y fortalecer nuestros vínculos sociales.
Para lograr este objetivo, Batman y Fonagy, sugieren cuatro estrategias que el terapeuta mentalizador debe llevar a cabo:
- Favorecer la mentalización: Para ello, requiere que el terapeuta mantenga una postura ‘mentalizadora’, reflexionando sobre la relación que existe entre lo que dice o hace el paciente y sus estados mentales internos. Durante la relación terapéutica, es importante que especialista se mantenga en el “aquí y ahora”, facilitando que el paciente indague e identifique las emociones asociadas.
- Tender puentes entre los vacíos: Tiene como finalidad favorecer la capacidad reflexiva del paciente ayudándole a que pueda ir integrando las experiencias y les dé un significado. De esta manera, el paciente podrá notar como su mente está siendo explorada por otra mente, en un lugar seguro.
- Trabajar con los estados mentales actuales: Es necesario tratar de que el paciente pueda entender como los estados mentales actuales pueden estar siendo influidos por acontecimientos del pasado. Y, aprender a gestionarlo las emociones intensas relacionadas con el pasado, en el aquí y el ahora,
- Tener en cuenta los déficits de los pacientes: Es importante centrarnos tanto en las potencialidades del paciente como en sus dificultades para evitar, por ejemplo, interpretaciones inadecuadas por parte del paciente o el incumplimiento de los límites.
En el Centro de Psicología Canvis de Barcelona, ofrece la posibilidad de realizar un proceso terapéutico individual en un ambiente de aceptación y reflexión que te facilitara la expresión de tus problemas y emociones.
Además, nuestro equipo de psicólogos y psicólogas, te ayudarán a reflexionar y aumentar tu capacidad de mentalizar sobre aquellos aspectos de tu vida que pueden parecer confusos y pueden ayudar a clarificar contradicciones que nos angustian y nos generan temor o ansiedad.
Grado en Psicología – Universidad Ramón Llull (Blanquerna)
Máster General Sanitario – Universidad Ramón Llull (Blanquerna)